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La lección de Ana Pastor

    ¿Quién dijo que el periodismo está en su trance final; que el viejo oficio de contar historias y de buscar verdades se encuentra en período de extinción, como los dinosaurios; que a los oyentes, a los lectores, a los telespectadores no los interesa más que el periodismo-basura?. Quienes así piensan se equivocan: no hay más que ver la repercusión que ha tenido la entrevista de la reportera española Ana Pastor al líder iraní, Mahmud Ahmadineyad, para confirmar que el buen periodismo es capaz de interesar, de mover las conciencias, de apasionar. La joven Ana Pastor, con quien ayer hablábamos brevemente desde 'Protagonistas', en directo, cuando viajaba en avión de regreso a España, ha dado una gran lección, y ha puesto al tirano iraní contra las cuerdas.      Porque el buen periodismo no es el de la complacencia o el de la pleitesía sino que es el que, en el género de la entrevista, logra hacer hablar a las estatuas (incluso aunque se callen), y además preguntando por lo que más duele, y no por lo que más brilla. En este caso, Ana Pastor le planteó a Ahmadineyad  cuestiones a las que no está acostumbrado a responder, porque en las tiranías no hay periodismo libre sino un simulacro de información cuyos agentes son funcionarios del Estado que, en lugar de un micrófono, una pluma o una cámara… llevan en sus manos un incensario. Es seguro que jamás le preguntaron a este reyezuelo medieval, sentado sobre un trono de uranio y de petróleo, por la falta de libertad en su país, por la cruel persecución a los opositores, por la lapidación de las mujeres, por la amenaza atómica. Ana Pastor sí lo hizo, y el interrogado se escabulló ante la dureza de las preguntas directas y punzantes, y mintió, y negó las evidencias. Pero ahí quedaba el espectáculo de unas cuestiones de clamorosa actualidad puestas sobre la mesa de quien vive alojado en su propia locura.     En fín, querida Ana Pastor, que has acertado, que has dado en la diana, que has enseñado a muchos periodistas y a muchos estudiantes de Ciencias de la Información que este oficio, tan maltratado en los últimos tiempos, sigue mereciendo la pena. Y hasta has tenido el gesto de rebeldía de dejar que se cayese el pañuelo con que te cubrías la cabeza, y ahora dices, por cortesía, quizá por humildad, que la caída de ese pañuelo fue casual, que no estaba en el guión. Quizá no fuese algo premeditado, pero fue un detalle que te salió del alma cuando tus preguntas, tus preguntas necesarias, imprescindibles, chocaban contra un muro de hormigón y de cinismo. Enhorabuena, Ana Pastor, y ya sabes que el mundo es de los incómodos, de los enamorados de su oficio, de los valientes. A Ana Pastor se le cae el velo durante la entrevista a Ahmadineyad > Escuche las columnas de Luis el Olmo en vídeo:
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