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Juicio contra el acusado de matar a una prostituta

Una médico dice que la víctima tenía la cara amoratada y llena de sangre, 'un cóctel mortal' de asesinato

Una médico dice que la víctima tenía la cara amoratada y llena de sangre, "un cóctel mortal" de asesinato

El dueño del club asegura que el acusado le dijo a una empleada que le diera su número de teléfono a la víctima para quedar después
   La facultativa del Centro de Coordinación de Emergencias ha asegurado que cuando llegó al domicilio de la fallecida, tras recibir una llamada de su director alertando de una mujer inconsciente, la encontró "con las muñecas atadas, tumbada en la cama con las rodillas en el suelo" y la cara "amoratada, la lengua fuera y el cuello y la cara, tapados, empapada de sangre"; a su juicio, "un cóctel mortal" para el asesinato.    En la segunda sesión del juicio oral que se celebra desde este lunes en la Audiencia Provincial del acusado de haber maniatado, para después matar, a una prostituta en 2008 y darse así "mayor placer sexual", esta médico, que ha acudido en calidad de testigo, ha afirmado que cuando encontró el cadáver de la víctima había indicios suficientes para pensar que era un asesinato, por lo que dio aviso a la Policía Judicial.    En esos momentos, ha relatado, el hijo de la víctima, que tenía 19 años, "se encontraba en estado de shock y ni hablaba ni coordinaba bien", ya que había sido la persona que había encontrado el cadáver de su madre al convivir en el mismo domicilio.    Aunque el crimen ocurrió de madrugada en el domicilio de la víctima, a donde se desplazó el procesado, no fue hasta primera hora de la tarde cuando el hijo de ésta encontró el cadáver de su madre, pensando, en un primer momento, que estaba inconsciente.    Según ha manifestado ante el juez, en calidad de testigo protegido, no le resultó extraño que su madre no se hubiera levantado por la mañana, antes de marcharse a trabajar él, puesto que "era normal que durmiera toda la mañana" por su carácter débil, ya que padecía anorexia; extremo éste que ha confirmado la hija de la fallecida.    Incluso, "la despidieron de un bar porque no tenía fuerza y no aguantaba las ocho horas trabajando", ha comentado la hija de la víctima, que vivía en Alicante por aquel entonces.    Los dos hijos de la víctima han dejado claro que su madre mantenía buenas relaciones con sus anteriores parejas, coincidiendo también en la depresión que sufría, que le llevó a cuatro intentos de suicidio.    Aunque ninguno de los dos sabía con certeza la profesión de su madre, sospechaban de la misma, ya que en alguna ocasión, en el domicilio anterior, "se había llevado a algún cliente" aunque procuraba no hacerlo, según su hijo, puesto que a éste no le agradaba demasiado.    La noche en que ocurrió el crimen, el hijo de la víctima ha recordado que cuando llegó de trabajar del bar sobre las cuatro de la mañana no oyó ningún ruido y cuando se levantó a desayunar, le extrañó que la puerta de la vivienda estuviera abierta con una chaqueta de su madre colgando, aunque no fue hasta la tarde cuando decidió a entrar al ver que no se había levantado para comer, y fue cuando se la encontró con la cara tapada "con una toalla o una sábana". EL ACUSADO FACILITÓ SU TELÉFONO PARA LA VÍCTIMA    El juicio ha continuado con las declaraciones de las trabajadoras del club de alterne, situado en la pedanía murciana de Puente Tocinos, y el dueño, por aquel entonces, del local, quien ha asegurado que al día siguiente de ocurrir el asesinato, una de las mujeres con las que había estado esa noche Jesús Enrique comentó con las otras trabajadoras que el acusado le había dicho que le diera su número de teléfono móvil a la víctima, con la que supuestamente habían hecho un 'trío' para quedar después.    Era habitual, según los testimonios que el dueño del club oía entre las trabajadoras, que la víctima quedara con clientes en su domicilio.    La víctima estuvo en la habitación del club con otra mujer, C., esa noche, según la fiscal, quien advierte, en sus conclusiones, que el acusado eligió a la fallecida por su carácter "dócil".    Esta testigo no comparecerá en el juicio al encontrarse en paradero desconocido, ya que tras el crimen, "fue dos o tres días por el club y luego dicen que se marchó a Madrid a pagar una fianza, al parecer para quitarse de en medio de este asunto", ha reconocido el dueño del local.    En su declaración, ha matizado que Jesús Enrique era conocido por las chicas que trabajaban en el club, hasta el punto de que lo apodaban 'el sevillano', "según se comentaba entre ellas". La noche del 3 de junio de 2008 lo vio en el club, acompañado de dos amigos.    Las tres compañeras de trabajo de la víctima han coincidido en describir a la víctima como "extremadamente delgada", desconociendo aspectos privados de su vida.    No obstante, una de ellas recuerda haber visto a la víctima, otra empleada del club y al acusado subir a una habitación y después, bajar la primera mujer y quedarse a solas éste con la víctima, siendo Jesús Enrique la última persona con la que la fallecida estuvo, según ha manifestado.    En la primera declaración de esta testigo ante la policía, empleada del club, comentó que la víctima "le había dado el número de su teléfono a un maniaco"; negando esta versión este martes ante el juez. EL FISCAL PIDE 20 AÑOS DE PRISIÓN    Los hechos sucedieron en junio de 2008 cuando el procesado, Jesús Enrique C.M., de nacionalidad española y condenado anteriormente a siete años de prisión por un delito de agresión sexual, acudió al club de alterne 'Flamingo Star' acompañado de dos amigos.    Así, el primero en subir a una de las habitaciones del citado club fue el acusado para requerir los servicios sexuales con una joven, de nacionalidad rumana, con la que era habitual mantener este tipo de relaciones.    Posteriormente, el acusado, tras pagarle en efectivo 150 ya que la tarjeta de crédito no funcionaba, solicitó los servicios de otra amiga, por lo que la joven accedió y subió con otra chica. Tras permanecer un rato en la habitación con las dos mujeres, la primera de ellas salió de la misma y se quedó con su amiga hasta las seis de la mañana aproximadamente.    En ese momento, señala el fiscal, "al observar el acusado el carácter dócil y sumiso" de esta joven, padecía anorexia y pesaba 41 kilos, "quedó con ella para verse posteriormente en su domicilio, dándole ésta su dirección".    Cuando terminó la jornada laboral, el dueño del local, D.R.G., trasladó a las mujeres a sus domicilios, bajándose en primer lugar la joven que había permanecido hasta el final con el acusado.    Sobre las 7.00 horas, el procesado se presentó en el domicilio de ésta, sacando previamente dinero en un cajero situado en la plaza Santa Isabel de la capital murciana, ya que habían acordado tener relaciones sexuales.    Una vez llegó al domicilio de la mujer, el acusado la convenció para inmovilizarla de pies y manos mientras practicaban sexo, por lo que le ató las muñecas a la espalda con un cinturón y un trozo de cable de la antena de televisión para colocarla "de forma voluntaria, boca arriba, encima de la cama y con las piernas flexionadas y pies en el suelo".    La víctima, entonces, quedó inmovilizada, siguiendo el plan preconcebido de que para darse "mayor placer sexual" tenía que acabar con la vida de la joven sin que éste percibiera, en ningún momento, dicha intención.    De este modo, una vez que Jesús Enrique estuvo seguro de que la víctima ya no se podía mover, le sujetó la cabeza fuertemente, le ató una camisa blanca al cuelo con la que taponó su boca para que no gritara y con un cuchillo y otro objeto cortante se lo clavó, al menos, en tres ocasiones causándole heridas que le lesionaron el pulmón izquierdo.    La causa de la muerte se debió a que una de las heridas le atravesó la arteria pulmonar en su salida del corazón, provocándole una intensa hemorragia.    Para el fiscal, los hechos son constitutivos de un delito de asesinato, por el que pide una pena de 20 años de cárcel y una indemnización de 100.000 euros a los dos hijos de la víctima.
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