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El resurgimiento del pensamiento nacional

El resurgimiento del pensamiento nacional

La expresión “pensamiento nacional” ha florecido en estos últimos tiempos con notoria pujanza. Para quienes lo desconocen, esta composición textual representa una original experiencia epistemológica que ya lleva más de un siglo de progreso en nuestro país, y que durante la centuria pasada ha producido entre otros tantísimos cometidos, más de 8000 libros. El pensamiento nacional ha nutrido conceptualmente a los dos grandes movimientos históricos surgidos al calor de la lucha anticolonialista; el Yrigoyenismo y el Peronismo. Por razones evidentes entre las que se incluyen lógicos matices y miradas disímiles sobre algunos fenómenos, nunca se organizó como corriente, aunque todos sus mentores coincidieron en un objetivo central: la liberación integral del país. Representado por una pléyade de notabilísimos autores entre los que podemos destacar a Manuel Ortiz Pereyra, Arturo Jaurteche Arturo Sampay, Manuel Ugarte, José Luis Torres, Carlos Astrada, Saúl Taborda, Ramón Doll, José María Rosa, Homero Manzi, Ernesto Palacio, Raúl Scalabrini Ortiz, Jorge Abelardo Ramos, Juan José Hernández Arregui y Fermín Chávez, el pensamiento nacional ha aportado categorías indispensables para la comprensión de nuestro pasado, la asimilación del presente y la construcción de un futuro compartido. Fermín Chávez uno de los exponentes más lúcidos de esta matriz supo encontrar en el pensamiento nacional una verdadera “epistemología de la periferia”, epistemología que presupone el “pensar desde nosotros mismos” partiendo de un situación periférica que nos es dada. Al decir de Carlos Astrada el pensamiento nacional representa el sentir y pensar de un pueblo que crea “sus propias estructuras, dentro de las que ha de encauzar su vida y sus realizaciones". El pensamiento nacional estuvo sujeto durante todo su transcurrir a una ostensible censura. En muchas oportunidades ella fue explícita orientada nítidamente hacia la persecución y el olvido. Otras veces, la represión censora se ocultó bajo el manto de un “ninguneo” inducido por la ignorancia o por la “falsa ciencia”. Pero como genuina expresión cultural del pueblo, el pensamiento nacional supo durante los años del oscurantismo globalizante preservarse, y resistir a través de pequeños grupos de estudio, conferencias, trabajos periodísticos y ensayos -y en especial- difundirse a través la red informática. Para quienes hemos observado e inclusive participado de la experiencia, la rehabilitación de esta modalidad del pensamiento no representa sobresalto alguno ni constituye “una moda pasajera”. Encarna lisa y llanamente el resurgir de la más valiosa y original tradición que ha dado el país y que mucho tiene para aportar en estos tiempos promisorios
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