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niega que la atara ni fuera a su casa

El acusado de maniatar y asesinar a una prostituta para darse mayor placer sexual se declara inocente

El acusado de maniatar y asesinar a una prostituta para darse mayor placer sexual se declara inocente

   Uno de los compañeros del procesado asegura que de vuelta a casa estaba "nervioso y por su modo de conducir parecía que tenía prisa"    Jesús Enrique C.M., acusado de maniatar y asesinar en 2008 a una prostituta para "darse mayor placer sexual", según el fiscal, ha asegurado este lunes, en la primera sesión del juicio con Jurado Popular, que "ni la ató" ni estuvo en su domicilio, a pesar de que se halló en dicha vivienda el ADN del acusado en un cable de antena cortado; un extremo que éste ha defendido argumentando que al ser el último cliente con el que estuvo la víctima, el cable se podría haber "contaminado".    Al comienzo de la vista oral, Jesús Enrique, que se ha declarado inocente, ha puesto de manifiesto que la fecha en que sucedieron los hechos, el 3 de junio de ese año, no recordaba con exactitud lo que pasó, aunque ha reconocido que una de las veces que acudió al club de alterne donde supuestamente conoció a la fallecida, en una ocasión lo hizo acompañado de dos amigos, insistiendo en que no recordaba si fue ese día u otro.    Por contra, en la primera declaración que hizo cuando fue detenido, el 7 de agosto de 2008, reconoció que la última vez que fue al club, situado en la pedanía murciana de Puente Tocinos, estuvo con C., a la que conocía de ir en anteriores ocasiones, y que describió como "rellena, morena", aunque hoy ha matizado que era "delgada, rellenica".    A preguntas del Ministerio Fiscal de si hizo un 'trío' con C. y la víctima, el acusado, tras negar este extremo, ha recordado que "en una ocasión" estuvo con dos mujeres, aunque ha insistido en su desconocimiento de si fue aquel día de principios de junio y de si una de estas mujeres fue la víctima, a la que no reconoció en una foto que la Policía le mostró en el momento de su arresto.    Según el escrito del Ministerio Fiscal, una vez que el acusado mantuvo relaciones con C. y la víctima en el club de alterne, éste quedó para verse en el domicilio de la fallecida, en la capital murciana. Ya en el interior de la habitación, el acusado la convenció para inmovilizarla de pies y manos mientras practicaban sexo, por lo que le ató las muñecas a la espalda con un cinturón y un trozo de cable de la antena de televisión para colocarla "de forma voluntaria, boca arriba, encima de la cama y con las piernas flexionadas y pies en el suelo".    Estos hechos han sido negados por el procesado, condenado anteriormente a siete años de prisión por un delito de agresión sexual, explicando que el hecho de que se hubiera encontrado ADN en un cable de antena cortado en la vivienda se debió a que él fue el último cliente con el que estuvo, siendo posible, de este modo, que "el cable se contaminara, pero no me explico como el ADN estaba ahí".    Otra de las contradicciones que se han puesto de manifiesto es la versión que este lunes ha dado ante el juez y la declaración inicial que hizo el acusado ante la Policía respecto a quien lo dejó en casa, puesto que sostiene que el vehículo en el que acudieron al club de alterne una vez que habían tomado unas copas no era suyo. LA VÍCTIMA SUBIÓ A LA HABITACIÓN DEL ACUSADO    En un principio, Jesús Enrique aseguró que su compañero, que también ha declarado este lunes en la vista oral, le dejó en su domicilio, mientras que hoy ha dicho que la persona que lo llevó a casa fue el otro compañero, al parecer de nacionalidad ucraniana.    Sin embargo, en virtud del testimonio de uno de los compañeros se pone de relieve que el coche lo conducía el acusado, y que el primero en bajar no fue Jesús Enrique, como éste ha asegurado. Durante el trayecto de vuelta, una vez que salieron del club, lo observó "un poco nervioso por su modo de conducir, que parecía que tenía prisa".    Según su versión, el último en bajar de la habitación fue Jesús Enrique, "que estuvo más tiempo de lo normal", aunque no ha precisado si la chica con la que subió era la víctima.    Una segunda testigo ha sido una trabajadora del club, que aunque ha confirmado que no mantenía ningún tipo de amistad con la fallecida, ha corroborado que la vio subir a la habitación donde se encontraba el acusado, una vez que bajó la primera mujer que de anteriores ocasiones ya éste la conocía, tal y como se pone de manifiesto en el hecho de que cuando C. y el acusado se vieron en el club se saludaron "de forma efusiva".    Asimismo, esta empleada del club ha descrito a la víctima como una joven "callada, distante, muy delgada y pequeña", lo que viene a confirmar la tesis del representante del Ministerio público, que incide, en su escrito inicial, que el procesado se aprovechó del carácter "dócil y sumiso" de la joven, que padecía anorexia y pesaba 41 kilos, para poder acabar con su vida y experimentar un "mayor placer sexual".    La defensa ha pedido la sentencia absolutoria para su cliente, basándose en la declaración de uno de los hijos de la víctima con el que convivía y que "no escuchó nada de la habitación contigua", además de que "ni una sola persona lo vio en el lugar de los hechos, ni hay pruebas que confirmen que estuviera en ese lugar". EL FISCAL PIDE 20 AÑOS DE PRISIÓN    Los hechos sucedieron en junio de 2008 cuando el procesado, Jesús Enrique C.M., de nacionalidad española y condenado anteriormente a siete años de prisión por un delito de agresión sexual, acudió al club de alterne 'Flamingo Star' acompañado de dos amigos.    Así, el primero en subir a una de las habitaciones del citado club fue el acusado para requerir los servicios sexuales con una joven, de nacionalidad rumana, con la que era habitual mantener este tipo de relaciones.    Posteriormente, el acusado, tras pagarle en efectivo 150 ya que la tarjeta de crédito no funcionaba, solicitó los servicios de otra amiga, por lo que la joven accedió y subió con otra chica. Tras permanecer un rato en la habitación con las dos mujeres, la primera de ellas salió de la misma y se quedó con su amiga hasta las seis de la mañana aproximadamente.    En ese momento, señala el fiscal, "al observar el acusado el carácter dócil y sumiso" de esta joven, padecía anorexia y pesaba 41 kilos, "quedó con ella para verse posteriormente en su domicilio, dándole ésta su dirección".    Cuando terminó la jornada laboral, el dueño del local, D.R.G., trasladó a las mujeres a sus domicilios, bajándose en primer lugar la joven que había permanecido hasta el final con el acusado.    Sobre las 7.00 horas, el procesado se presentó en el domicilio de ésta, sacando previamente dinero en un cajero situado en la plaza Santa Isabel de la capital murciana, ya que habían acordado tener relaciones sexuales.    Una vez llegó al domicilio de la mujer, el acusado la convenció para inmovilizarla de pies y manos mientras practicaban sexo, por lo que le ató las muñecas a la espalda con un cinturón y un trozo de cable de la antena de televisión para colocarla "de forma voluntaria, boca arriba, encima de la cama y con las piernas flexionadas y pies en el suelo".    La víctima, entonces, quedó inmovilizada, siguiendo el plan preconcebido de que para darse "mayor placer sexual" tenía que acabar con la vida de la joven sin que éste percibiera, en ningún momento, dicha intención.    De este modo, una vez que Jesús Enrique estuvo seguro de que la víctima ya no se podía mover, le sujetó la cabeza fuertemente, le ató una camisa blanca al cuelo con la que taponó su boca para que no gritara y con un cuchillo y otro objeto cortante se lo clavó, al menos, en tres ocasiones causándole heridas que le lesionaron el pulmón izquierdo.    La causa de la muerte se debió a que una de las heridas le atravesó la arteria pulmonar en su salida del corazón, provocándole una intensa hemorragia.    Para el fiscal, los hechos son constitutivos de un delito de asesinato, por el que pide una pena de 20 años de cárcel y una indemnización de 100.000 euros a los dos hijos de la víctima.
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