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Antisemitismo

Un  día de diciembre de 2010, el diseñador John Galliano, responsable de la línea femenina de Dior, cometió el error de beber más de la cuenta.  Y, como el alcohol  puede conllevar la pérdida del control de uno mismo, terminó profiriendo insultos antisemitas dirigidos a dos chicas y un chico  que se encontraban en el café parisino ‘La Perle’, que, en francés, obviamente, significa ‘La Perla’.  El asunto es dramático. Pero permítasenos un jueguecillo verbal y digamos que se comprende que, siendo John Galliano cliente habitual de ‘La Perle’, no pudiera conformarse con una sola ‘margarita’, que, primero en latín y luego  en castellano, significa ‘perla’. Y así  soltó su segunda ‘majorica’, que es una perla mallorquina,   dirigida, en otra ocasión,  a una mujer a la que también agredió  con insultos  étnicos.  Y, por cierto,  la frase evangélica “no echéis margaritas a los cerdos” no significa que no hay que echarles florecillas de  corola amarilla y centro blanco sino que no hay que echarles perlas.

Dos denuncias en los tribunales le han reportado a John Galliano  la pérdida del empleo en Dior y un  proceso judicial   “por insultos raciales”.  Francia, como país ocupado por Hitler, es muy sensible al antisemitismo. Ahora se niega a honrar públicamente, en el cincuentenario de su muerte,  a Céline, un novelista de primerísimo nivel y un antisemita que, en insultos a los judíos, le mantiene el pulso a nuestro  Quevedo,  autor de una    salvaje Execración contra los judíos, que, en el terreno verbal,  compite con las criminales opiniones antisemitas de  Hitler, el exterminador de más de seis millones de hebreos.  

Acabo de mencionar a Quevedo, autor de esa siniestra Execración contra los judíos, que, en espléndida edición de Fernando Cabo Aseguinolaza y Santiago Fernández Mosquera,  publicó Crítica en 1996.   Hasta donde llega mi información, este libro está hoy descatalogado. He querido releer algunas páginas, que leí, en su día, con el mayor interés,  pero, por no tenerlo a mano, simplemente he tecleado en el buscador Google el título del libro y, para mi sorpresa, me he encontrado el libro íntegro en Internet. En Execración contra los judíos Quevedo, como lo dice la palabra misma ‘execración’, se erige en sacerdote que condena a los judíos. Y comete los siguientes delitos: insulta gravemente a los judíos, le pide al rey Felipe IV que los expulse de España y, para rematar sus despropósitos, condena su actividad comercial. ¿Se puede escribir un delirio mayor que condenar la actividad comercial, que es la raíz de la prosperidad de todas las sociedades? Pues sí, Quevedo es todavía capaz de superarse en delirio a sí mismo y llega a pedirle al rey que no contrate nunca a una nodriza    judía para amamantar a los infantes  porque la leche de los pechos de las judías, aunque sea buena, es siempre de una ralea abominable que ya está condenada hasta  en el Antiguo Testamento.

¿Cómo llegó el gran Quevedo a poder delirar como estamos viendo? Precisamente hoy sabemos muy bien cómo se llegó en España a estos trastornos mentales porque Ángel Alcalá acaba de publicar en la editorial Trotta Los judeoconversos en la cultura y sociedad españolas. En 550 páginas de un rigor histórico extremo, Ángel Alcalá nos cuenta la soberbia y también atroz historia del pueblo judío en España. En la Edad Media española, desde el siglo X hasta el final del XV,  brillaron muchos judíos en los más diversos campos y en las dos sociedades: la cristiana y la musulmana. Pero sus grandísimas aportaciones en  los terrenos de la ciencia y del estudio de la Biblia, fueron eliminadas  tras el cataclismo de la expulsión de los judíos en 1492. A partir del siglo XVI, los judíos pierden su influencia en la cultura cristiana que, tras la finalización de la reconquista,  ya es ostensiblemente mayoritaria. ¿Pervive de alguna forma la cultura judía? Sí: los judeoconversos – o sea, los judíos que dejan de ser judíos porque se convierten al cristianismo y se bautizan – tienden un puente entre la cultura española judía y la cultura española cristiana. El intelectual judeoconverso siempre estuvo en el punto de mira de  la Inquisición.  He aquí algunos judeoconversos insignes: Alfonso y Juan de Valdés, Joan Lluís Vives, María de Cazalla, fray Luis de León y Miguel de Servet. El libro se ha publicado con una justísima subvención de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura. Una auténtica joya de la investigación histórica que debería leer, incluso aunque quizá no sepa español, el diseñador John Galliano.


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