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La “otra” cacería de Chaves

La “otra” cacería de Chaves

Griñán aprovechó la inauguración de Fitur para hablar en Madrid, en sentido figurado, de cacería, pero no como un sector emergente del turismo andaluz, sino como una práctica  del PP respecto a un elefante político llamado Manuel Chaves.

 

Ya tiene desparpajo que Griñán se vaya a Madrid a hablar de Chaves, quizás para echar balones fuera de Andalucía, donde el actual presidente andaluz desea, por todos los medios, que “el Ex” pinte menos que un elefante en Doñana. Griñán se empeña en un imposible: en que Chaves sea sólo un problema de Zapatero.

 

Pero, a raíz de la sentencia del TSJA en la que ordena a la Junta de Andalucía a abrir expediente sancionador al “Ex” por no inhibirse en el Consejo de Gobierno, que ratificó una ayuda a Matsa, la empresa donde trabajaba su hija, Chaves es también un problema de Griñán.

 

Ambos, tan distanciados últimamente, han unidos sus voces para ningunear esta orden del más alto tribunal andaluz, tirando por elevación: tanto Chaves como Griñán han coincidido en recordar que el Supremo archivó una querella contra el “Ex” por las subvenciones a Matsa, dando los dos por cerrado el caso y sin entrar a valorar el varapalo del TSJA.

 

El Supremo archivó el caso Matsa, pero el TSJA mantiene el caso Chaves, o mejor dicho, el caso Chaves-Griñán. Una cosa es la vía penal (la querella) y otra la administrativa, que es la que el alto tribunal andaluz no ha cerrado.

 

De lo que se trata hoy, que no ayer, es de que Griñán, fuera quien fuese el sujeto del expediente, estaba obligado a abrir una investigación que dilucidara si Chaves actuó ajustándose a una Ley que, da la casualidad, está rubricada por él como presidente, entonces, de la Junta.

 

Ahora, el TSJA recuerda al presidente Griñán que, “sin actividad investigadora alguna” y “con la “única finalidad de exculpar “ab initio”  al alto cargo, o sea, a Chaves, archivó la denuncia del PP. Para el alto tribunal, la resolución del carpetazo de Griñán es “arbitraria e injustificada”. Uff, todo un golpe a la línea de flotación de los argumentos de actual presidente y de su  Ejecutivo. Menudo papelón debe ser defender lo indefendible.

 

Lo que más sorprende de este caso no es que Chaves y Griñán se defiendan como gatos panza arriba. Lo que escandaliza es la doble vara de medir de la Junta de Andalucía respecto, no ya al común de los mortales, sino ante otras cacerías, mismamente la del entonces ministro de Justicia, Fernández Bermejo.

 

El desparpajo de Griñán es gordo, pero la memoria de Chaves es flaca: el Gobierno que él presidía abrió un expediente sancionador a Fernández Bermejo por cazar en Andalucía sin licencia. Es decir, por saltarse una ley administrativa. Chaves, entonces hizo lo correcto. Ahora, no sigue ni su propio ejemplo. Las leyes, también las administrativas, como la de  marras, la de Incompatibilidades,  están para cumplirse,  caiga quien caiga. Griñán, en cambio, mide quién puede caer y si es un ministro, al que además debe la Presidencia, le pone una red.

 

La cacería de Fernández Bermejo fue vista por los ciudadanos como un caso claro de nepotismo. También por Chaves, como prueba que lo sancionara sin tener en cuenta a quien sancionaba, nada más y menos que a todo un ministro, que acabó dimitiendo.

 

Lo que fue una falta grave, que lo era, en Bermejo, resulta que en Chaves es una mera “cuestión administrativa”. Vivir para ver.

 

 

 

 

 

 

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