Del sentimiento trágico de España

En "Del sentimiento trágico de la vida", Unamuno abordó el problema existencial del ser humano y la inmortalidad del alma desde un manifiesto desdoblamiento y una reflexiva conciliación entre el significado de la fe o el sentimiento y el escenario de la razón o el conocimiento. Una dualidad tan permanente en la historia humana, en general, como en esta España en particular que nos ha tocado vivir, en donde un sentimiento, la esperanza, se ve ahogado ante el conocimiento (convencimiento en este caso) de que todo lo que va mal no puede si no empeorar.

Eso es lo que, en definitiva, dice el CIS que dice la mayoría de la población española. El barómetro de diciembre, conocido ahora, refleja una realidad insoslayable: que el pesimismo, el sentimiento trágico de la vida se ha instalado con permiso de radicación permanente en los españoles del presente y amenazan a los del futuro. Siete años de gobierno de Rodríguez Zapatero y el talante -que no talento- han dado paso a la muerte de la ilusión, a un pesimismo desaforado; en definitiva, a una profunda depresión social.

No es que los españoles vean hoy, que lo ven, el paro y la situación económica de España como los principales problemas que tenemos; es que tampoco confían en el futuro, no ya en el inmediato, sino en el de a medio o largo plazo. Porque, entre otras cosas, esos mismos españoles consideran a los partidos políticos y a los políticos en general como el tercero de los grandes problemas de este país, más allá incluso de la inseguridad ciudadana o del terrorismo islamista o el más autóctono de ETA.

Y lo peor es que no ven futuro para esta generación actual, pero tampoco para las nuevas generaciones del siglo XXI. El barómetro del CIS debería actuar como un martillo pilón sobre la conciencia del gobierno y de su gran timonel: piensan los españoles que la 'herencia' que les vamos a dejar a los jóvenes del siglo XXI es "muy negativa" en cuestión de empleo (así lo cree un abrumador 72,7 %); en libertad (29,4); en solidaridad (33,5); en medio ambiente (49,2); en igualdad (29,2); en calidad de vida (43,3); en protección social (45,2); en capacidad de compra (54,6); en condiciones de trabajo (66 %), y hasta en derechos humanos (27,6). Es decir, en todos los aspectos de la relación -¿razón?- social.

Un balance demoledor, teniendo en cuenta que entre los que contestaron a la encuesta del CIS, un 36,8 % votó al Partido Socialista en las elecciones generales de 2008, y sólo un 28,9 % votó al PP. Es decir, que progresistas y refractarios se han puesto de acuerdo en algo: los políticos -unos más que otros- nos han llevado a este desastre, pero no hay opciones que no pasen por la política -el sistema no lo permite- y la política -estos políticos- no valen para solucionar las cosas. En definitiva, que han asesinado a la esperanza.

Hay un dato en ese barómetro que justifica la mención a Unamuno y a su 'sentimiento trágico': de este sondeo del CIS se deduce que los españoles no confían en la ayuda de las instituciones públicas. A la pregunta concreta de "si las cosas le fuesen mal, dígame si confía mucho, bastante, poco o nada en la ayuda de los siguientes grupos u organizaciones", sólo un 2,4 % confía "mucho" en instituciones u organizaciones públicas (del ayuntamiento, de la comunidad autónoma, etc.), mientras que la inmensa mayoría (69,5 %) se centra en su familia; otro 27,6 % confía en sus amigos; un 6,4 % en sus vecinos, y otro 4,6 % confía "mucho" en organizaciones religiosas (parroquia, Cáritas, etc.). Se confía mucho más, como se ve, en Cáritas que en la 'caridad' de un Gobierno que se ha vuelto mudo, ciego y sordo, además de inútil para resolver la terrible crisis que se nos ha venido encima...