Confirmando el pronóstico general, la reunión de presidentes provinciales del PP celebrada la pasada semana en Segovia se abrió y se cerró sin aportar absolutamente nada. Ni desatascó el proceso interno para proclamar a los candidatos del partido ni alumbró una sola idea original sobre el programa con el que los populares concurrirán a la doble cita electoral del 22 de mayo. Mariano Rajoy y Dolores de Cospedal tampoco anduvieron muy inspirados en sus declaraciones, de forma que el encuentro, de pasar a la historia, será por el susto que sufrió Juan Vicente Herrera camino de Segovia, cuando su coche oficial hubo de esquivar a un turismo que circulaba por la misma autovía en sentido contrario.
El mismo día que en Segovia no sucedía nada reseñable, en Salamanca Julián Lanzarote ponía fecha de caducidad a su dilatada trayectoria municipal. Cualquiera que le haya oído pensará que ha sido una decisión personal y voluntaria. Y para nada. Desde el pifostio aquel que preparó con la subida de los impuestos y el posterior sainete montado con las candidaturas del PP salmantino a las elecciones generales, Lanzarote tenía puesta la cruz en la calle Génova. Y tras ser descabalgado de la presidencia provincial del partido, su salida de la alcaldía estaba cantada, ello con independencia de quien fuera el nuevo candidato.
La docilidad con que Lanzarote se ha apeado del machito indica que ese nuevo candidato no va a ser otro que Alfonso Fernández Mañueco, quién, después de meses deshojando la margarita, finalmente se ha decidido por el sí. Pero para empezar la andadura con buen pie era necesario que el actual alcalde despejara el camino anunciando antes su renuncia a la reelección. Era el primer paso y ya se ha dado. A la espera de que llegue la proclamación formal, el guión indica que Mañueco, tan pronto como sea preguntado al respecto, contestará con el consabido tópico de que está a disposición de lo que le pida el partido.
A diferencia de lo que ocurrió en 2007 con Rosa Valdeón en Zamora , o lo que puede pasar ahora con Antonio Silván en León, el consejero de Interior y Justicia no asume la candidatura municipal obligado por Juan Vicente Herrera. Otra cosa es que el presidente y la mano que mece su cuna acojan el hecho con indisimulada satisfacción. De eso no les quepa la menor duda. Pero si alguien se apresura a brindar con cava (con o sin alcohol) pensando que con ello Mañueco se aparta de la política autonómica, puede estar precipitándose.
Su decisión de presentarse a las municipales lo único que conlleva es que en mayo dejará de ser consejero para intentar ser alcalde. Pero queda por ver que ocurre con las otras dos representaciones que ostenta el político salmantino: el escaño de procurador y la secretaria regional del PP. En ningún sitio está escrito que estos dos últimos cargos sean incompatibles con una alcaldía. Aunque en las últimas legislaturas el PP ha excluido de las candidaturas autonómicas a los alcaldes de las capitales de provincia, no tiene ningún sentido mantener esa restricción al mismo tiempo que se permite a algunos de esos mismos alcaldes ser diputados o senadores.
Que sea candidato a la alcaldía de Salamanca no implica por tanto ni la retirada de Mañueco de la política autonómica ni su renuncia, si llegara el caso, a la sucesión. Mientras siga siendo procurador y secretario autonómico del partido, sus opciones se mantendrán intactas de cara a la posible “operación Vaticano”. Ya les contaré en otro momento en que consistiría dicha operación.
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