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Día de la Libertad de Prensa

Día de la Libertad de Prensa

  Hoy se celebra el Día de la Libertad de Prensa. Mal asunto que un derecho fundamental en una sociedad democrática tenga que tener su día. Es la prueba más clara de que la libertad de prensa, y en unos países más que en otros, anda con el rabo entre las patas, apaleada como un perro callejero, y recibiendo pedradas de los distintos poderes… Todos hablan, desde las tribunas y desde los parlamentos, de “la sagrada libertad de prensa”, pero al final le tienen miedo cuando no les elogia; practican la indiferencia cuando les reconoce algún mérito; y desentierran el hacha de guerra cuando reciben críticas o cuando se descubren los chanchullos y las corrupciones.

    Es gravísimo lo que ocurre en las dictaduras, donde hay personas encarceladas y condenadas a muerte por delitos de opinión, como ocurre en Cuba, en China o en Marruecos. Pero no hace falta ir tan lejos para constatar que la libertad de prensa es incómoda para el poder, también en España, aquí, ahora, y ayer y anteayer… En España no existe la censura del lápiz rojo, pero existen otras muchas formas de presionar a las empresas de comunicación para que entreguen un trozo de libertad a cambio de un plato de lentejas… No se producen amenazas formales, como en los regímenes totalitarios, pero sí sutiles (y a veces no tan sutiles) presiones para que una pluma se rompa, para que una voz se calle, para que un escándalo se silencie, o para que un opinador incómodo sea tachado del mapa.

    De nada nos jactamos quienes ejercemos diariamente el ejercicio de la libertad de expresión,  pero en este día queremos brindar con los ciudadanos, quienes tienen los micrófonos abiertos sin preguntarles lo que van a decir, con quién se van a meter, o si a quien les habla le van a dar un palo o una palmada de ánimo, que ambos mensajes son recibidos con el mismo respeto.

     También pensamos en nuestros compañeros de los medios de comunicación provinciales y locales, donde a veces es difícil mantener el tipo frente a las presiones. Ese corresponsal de una emisora o de un periódico que, por contar la verdad de lo que pasa en su pueblo, pone en peligro su negocio y recibe ese mensaje indecente de “cuidado-con-lo-que-dices”, o “no-sabes-con-quién-estás-hablando”.  Resistir a esas presiones también es una forma de heroísmo, porque no hay héroes pequeños o grandes. Lo que hay son personas decentes capaces de pregonar “las verdades del barquero” en su propio naufragio.  “La verdad os hará libres”, se lee en las Escrituras. Y Cervantes escribió: “Ladran, luego cabalgamos”.

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