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Las centrales obreras —el Congreso del Trabajo (CT) y la Unión Nacional de Trabajadores (UNT)—, con dos tendencias ideológicas divergentes, enarbolaron en dos actos separados la misma bandera: el rechazo a la reforma laboral presentada por el PAN, pero apoyada por titular del ramo, Javier Lozano.
Cada colectivo gremial con su movilización, pero con el mismo tema: la preocupación porque, a su juicio, la iniciativa oficial atenta contra la autonomía sindical, pues el proyecto panista plantea que las cuotas sean voluntarias; la elección de la directiva mediante voto libre, directo y secreto, y se rindan cuantas financieras a los agremiados.
A las nueve, el sindicalismo corporativista conmemoró el 1 de mayo con una concentración en el Zócalo. En el templete, los líderes Víctor Flores, presidente del CT; Joaquín Gamboa Pascoe, de la CTM, y Beatriz Paredes, del PRI, comenzaron ante miles de trabajadores las consignas contra la reforma laboral, que se alargaron toda la mañana.
El vicepresidente del Congreso del Trabajo, Amador Monroy Estrada, señaló que el sector obrero del PRI en la Cámara de Diputados defenderá el respeto a la libertad de asociación, a la contratación colectiva e individual, y el derecho a huelga; esto, porque la iniciativa también endurece los requisitos para el paro.
En su oportunidad, Paredes advirtió que en la fracción parlamentaria de su partido “estamos dispuestos a transformar la Ley Federal del Trabajo a favor de la clase trabajadora, de encontrar mecanismos de mayor competividad, pero no en detrimento de las conquistas sindicales y defendiendo la autonomía sindical”.
Tras una hora de discursos, la concentración del sindicalismo corporativista del PRI se disolvió, para dar paso a la UNT.
Discrepancias entre líderes
El llamado “sindicalismo independiente” sí marchó, y lo hizo mediante tres columnas: una que salió del Palacio de Bellas Artes, otra de la calle Francisco I. Madero y la última del Ángel de la Independencia.
A las diez comenzaron las caminatas por el Centro Histórico, en contingentes desangelados, atomizados y poco nutridos que lanzaron consignas contra Lozano y la reforma laboral, y demandaron solución a la situación de los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas.
A las once de la mañana comenzaron a arribar los contingentes de los sindicatos de Telefonistas, de la UNAM y Mexicano de Electricistas, entre otras docenas de gremios.
Y aunque, como en el caso del acto priista, el común denominador de los discursos fue el rechazo a la reforma a la Ley Federal del Trabajo, los métodos para oponerse a ésta dividió a los dirigentes.
Ante un Zócalo ocupado a la cuarta parte de su capacidad, Agustín Rodríguez, de los trabajadores universitarios y presidente colegiado de la UNT, advirtió que si se pretende imponer la reforma se estallará una huelga nacional.
Sin embargo, Francisco Hernández Juárez, el otro presidente colegiado de la central, reconoció que no existen las condiciones para ello: “Así ni ocasionamos nada y más bien creamos un ambiente de descrédito que no nos conviene. No hay condiciones para algo como una huelga nacional”, expuso.
Martín Esparza, líder del SME, sí acogió con beneplácito la propuesta de Rodríguez, aunque aclaró que la prioridad es la huelga de hambre que sostienen 71 electricistas desde el domingo. Igualmente demandó la destitución a Lozano y su enjuiciamiento político.
El motivo del enojo
El 18 de marzo, diputados y senadores del PAN presentaron la iniciativa de reforma laboral que, aseguraron, no es la del Ejecutivo, pero sí retoma diversas propuestas.
Entre las propuestas, se plantea regularizar el outsourcing o contratación terciaria, transparentar los sindicatos y crear contratos por hora.
En total, la iniciativa propone reformar 419 artículos de la Ley Federal del Trabajo, que desde hace 40 años no se revisa.
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