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La verdadera autonomía

La verdadera autonomía

Simultáneamente con el ocaso del conflicto desatado en torno al papel del Banco Central en la planificación económica y la propuesta de desendeudamiento argentino, sobreviene en España un estallido financiero que pone a ese país -cuya tasa de desempleo es ya de casi el 20 por ciento y su déficit público cercano al 10% del PIB- al borde del colapso.   La situación en la península –así como en Grecia y otros países de extrema vulnerabilidad- no hacen sino redoblar la incertidumbre económica mundial generada por la debacle financiera que comenzó en Wall Street en la primavera boreal de 2008.   La comparación entre la situación española y argentina no es ociosa ya que, como la mula en la noria, el Fondo Monetario Internacional vuelve a aconsejar a Madrid, Atenas y las otras capitales, la aplicación de su implacable receta: reducir salarios, achicar el gasto público e, incluso, incrementar la edad jubilatoria. Se trata nuevamente, entonces, no de una terca concepción ideológica sino de una simple cuestión lucrativa, esto es, de atribuir el pago de los platos rotos a quienes trabajan y producen.   En Argentina, donde no hubo subordinación a los consejos imperiales, abordar el estallido de la crisis mundial quedó en la solitaria mano de un gobierno que con esfuerzo, imaginación y múltiples medidas, permitió atemperar sus efectos más perniciosos, preservando la actividad productiva y evitando los despidos masivos.   La oposición derechista, lejos de asumir como propio el desafío nacional de proteger la economía, ignoró el riesgo y ni siquiera incorporó a su discurso una valoración fundada de los innumerables dispositivos destinados a mantener la producción nacional y el trabajo, en medio de una situación que tuvo efectos devastadores tanto en el centro como en la periferia mundial.    Así, la mayoría de la oposición parlamentaria sacrificó el debate de fondo sobre el carácter de nuestra inserción en la economía internacional y se limitó a entorpecer en lo posible la gestión oficial, como lo demostró la discusión sobre la creación del Fondo del Bicentenario, pensado para que la Argentina ingrese al universo de los créditos blandos, con tasas razonables y sin sometimientos a controles humillantes e innecesarios.   De este modo, mientras una catarata de argumentos ritualistas y leguleyos intentaron obstruir el camino hacia la verdadera autonomía económica nacional –un objetivo mas relevante que la autarquía administrativa de cualquier institución- sólo quienes tienen la responsabilidad de gestionar encararan el tema con racionalidad, soportando incluso los agravios de cierta oposición cerril. Es el caso de varios gobernadores, políticamente distantes del Ejecutivo nacional, pero sensatos a la hora de admitir la pobreza argumental de los espadachines mediáticos que combaten el Fondo del Bicentenario.   Por eso, la resolución de la crisis del Banco Central, con el nombramiento de Mercedes Marcó del Pont y la constitución del Consejo Económico, más que una señal hacia mercados y sectores, es  un avance y un claro e inequívoco mensaje de ratificación de un rumbo político y social que seguramente tenderá a profundizarse aún mas.   Oscar González Dirigente socialista y secretario de Relaciones Parlamentarias de la Jefatura de Gabinete nacional
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