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A un año de la asunción de Barack Obama

A un año de la asunción de Barack Obama

Circula una broma en los Estados Unidos en donde un yanqui le dice a otro: “Hace un año que Obama ganó las elecciones…” y el amigo le contesta: “…y cuando asume?”    

Atravesamos ya un cuarto de su mandato y es importante evaluar si las expectativas que se tenían sobre su figura y su gestión se han cumplido, aunque sea parcialmente.    En el orden interno recibió el impacto de la crisis financiera internacional y su respuesta fue continuar la estrategia ya asumida de sostener a los grandes bancos y a las empresas líderes.  

 Los sectores obreros industrializados y la clase media han sufrido las consecuencias de los altísimos niveles de desocupación sin que se conozca una sola medida dirigida a paliar los efectos de esas decisiones.  

  El anuncio del crecimiento de PBI, en ese contexto, carece de significación social.    Su propuesta de reforma al sistema de salud, que había causado tantas expectativas, está fuertemente sometida al lobby de congresistas y de los grupos de la medicina privada sin resultados a la vista.  

 En paralelo a esto, Barack Obama, con respecto a Medio y Extremo Oriente, anunció el envío de un mayor contingente de soldados a Afganistán, no se observa ninguna intención de hacer un retiro profundo de las tropas que están invadiendo Irak y no hay avances concretos en el conflicto israelí-palestino.    A lo que debemos agregar, en el caso afgano, la existencia de un reconocimiento explícito a las dificultades por contrarrestar la capacidad operativa de los talibanes.  

  Un dato político muy importante es, sin embargo, la generación de una estrategia para América Latina que tiene una diversidad de componentes político-militares, en donde no puede decirse que su administración asumió un rol pasivo o de mera consideración de “patio trasero” a nuestro continente.    En el plano militar es ya conocida la presencia de la IV Flota y la instalación de las bases militares en Colombia.  

  La capacidad y la logística de las mismas y el nivel de coordinación con la marina en el Océano Atlántico y con instalaciones en África, debe tomarse con la seriedad con que las mismas fuentes estadounidenses la plantean en sus manuales operativos.    La indisimulable participación en el golpe de Honduras y luego la táctica dilatoria implementada a través del Departamento de Estado para impedir, no sólo que Manuel Zelaya no reasuma, sino para que fracasen las acciones de países como Brasil y Argentina para ese conflicto; muestra el retorno de los mismos procedimientos usados en los años 50, 60 y 70 y a esto se le suma la promesa no cumplida de cerrar la cárcel de Guantánamo.  

  La teoría de los golpes suaves elaborada en los años 80, que se usó en los países desgranados de la ex Unión Soviética y que comenzó a aplicarse, concretamente, en Venezuela y Bolivia, dio paso a la incorporación de acciones destituyentes vía el rol de los Parlamentos y las amenazas de juicio político a los Presidentes.  

  No podemos ser ingenuos ante la gravedad del momento, los hechos están a la vista; inclusive aquellos disfrazados de ayuda humanitaria, como es el caso del envío masivo de tropas a Haití, sobre el cual varios mandatarios latinoamericanos y numerosas organizaciones internacionales han advertido de lo contraproducente de esa metodología de intervención.

   Ante los discursos y las expectativas, estos son los hechos contundentes que permiten diagnosticar y evaluar la política de Barack Obama como Presidente de Estados Unidos.  

 Por Oscar Laborde Dirigente Nacional del Frente Transversal.

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