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Chávez sólo hay uno

Chávez sólo hay uno

Que Chávez es bueno ganando elecciones es algo que casi nadie discute. La historia reciente esta llena de ejemplos. De hecho, para muchos venezolanos es lo mejor que hace. Para lograrlo, Chávez cuenta con una gran labia y  con abundante dinero, además del CNE., los militares y, en general,  los recursos físicos y humanos del Estado. Y es que cuando decimos que las gana, nos referimos a que las gana y punto.

El Chávez electoral es un personaje que puede obnubilar a cualquiera que se deje encandilar por las luces del triunfalismo. Si se ganan muchas elecciones, está claro que se genera una imagen de vencedor; pero cuando se ganan muy seguido, aunque surja algún tropiezo en el camino, se da una idea de invencibilidad que se proyecta sobre el resto de las facetas políticas del personaje. Y es así como el común de  la gente se confunde, creyendo que si alguien es un ganador en el terreno electoral, igualmente lo será en todo lo demás. De modo que si Chávez es “eficiente” ganando procesos electorales, tiene que ser bueno, tiene que echar “pa’lante”, en todo lo demás, es decir, en lo que sea.

Es así como la gente llega a pensar que Chávez es un buen gobernante o que es un tremendo interlocutor en el campo de las relaciones internacionales, que tiene gran influencia hemisférica o que es un peso pesado en la política mundial. Sin embargo, para la mayor parte de los venezolanos Chávez no es un ganador en nada, o lo es solo en muy pocas cosas. No lo ha sido como gobernante para acabar o disminuir la pobreza, la delincuencia, o resolver el problema de la vivienda, del agua, de la electricidad, del empleo, de la inflación o del costo de la vida. Quizás lo haya sido como político en las elecciones, o como comandante de ejércitos imaginarios, pero definitivamente, no como presidente de una nación. Por su parte el Chávez golpista aun no se olvida y se sigue contraponiendo en la memoria al Chávez demócrata, a aquel que se plegó al sistema una vez perdonado por éste; al que siendo candidato por vez primera, aun preservaba y transmitía para muchos electores, la inocencia del cambio y la fuerza de la transformación. Ese mismo Chávez golpista, que en la ultima década, ha tenido continuas apariciones, como si de un fantasma se tratara, en las atávicas manifestaciones de poder que han venido usurpando la constitución patria y que han empañado el color prístino y la transparencia propias de toda democracia. Definitivamente el Chávez de uniforme se impone por encima del Chávez civil de traje y de corbata. Ese Chávez militar que siendo omnipresente, se diluye en el populismo salvaje de la jungla política venezolana: cuenta cuentos, beisbolista, cantante, besuqueador de niños y viejitas, entre otros oficios, y él que también, para algunos, podría conducirnos a un conflicto armado.

A pesar de todo, no obstante estos casi once años de caos, hay aun quienes esperan al Chávez mesiánico, al estadista, al que nos va a sacar del abismo en que él mismo nos hundió. A estos creyentes simplemente les digo que no sigan esperando, pues no existe. Chávez puede mostrarse de muchas maneras, pero al final solo hay uno. Acierte usted cual es.

 

 


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