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Rajoy merece más apoyo

De sobra conocemos las carencias de Mariano Rajoy en cuanto a liderazgo y empuje laboral. Pero tenemos que admitir también sus ventajas: una honradez a prueba de bomba, independencia frente a las presiones de todo -todo- tipo y que, bien, tiene algo del santo Job, aunque a veces a la fuerza ahorcan. Se ha encontrado Rajoy con un panorama interno, prácticamente desde que Aznar le cedió el cetro del PP, absolutamente ingobernable: en Valencia, donde parece que las aguas se han pacificado; en Baleares, donde toda corrupción tiene su asiento. Y, sobre todo, en Madrid.

Madrid merece un análisis político-psiquiátrico. En todas sus formaciones políticas, desde el PP hasta IU. En algunas de las instituciones en la capital enclavadas. En no pocos de sus medios de comunicación. Ahora hablamos del Partido Popular, pero mañana lo haremos del socialista, incapaz hasta de encontrar un candidato definitivo para hacer frente a Ruiz Gallardón en la pugna por el Ayuntamiento de Madrid...precisamente cuando Gallardón está más en baja. Y, además, merece estarlo, como diremos.

Lo de menos ya es lo que pueda pasarle a Rajoy, que un día de estos se harta y tira la toalla, a merced de los juegos colegial-masoquistas de los 'populares' madrileños. Lo de más es lo que pueda ocurrir con la principal formación de oposición a un Gobierno, el de Zapatero, que tiene importantes boquetes de los que nadie se ocupa, porque todos están mirando hacia el fuego ‘amigo’. Lo de más es la situación en la que están atrapados cinco millones de madrileños y muchos millones más de turistas y visitantes, sometidos a la facundia del ‘estado de obra permanente’ del alcalde-faraón y a los juegos de la presidenta, en el fondo, si se quiere, menos dañinos que los de su rival (enemigo), el travieso Gallardón, aunque tampoco queremos exculpar a la ‘lideresa’, que se defiende matando.

Pensamos que Rajoy tiene que ser apoyado, como ya lo es, de hecho, por la mayoría de los ‘barones’ territoriales, hartos, ya más que tácitamente, de Madrid. Mariano Rajoy debe seguir siendo el candidato y hasta, si le dejan los suyos, podría ganar las elecciones de 2012. Y pensamos que, al tiempo, alguien tiene que irse, y no precisamente el segundón Manuel Cobo. Gallardón es brillante -un brillo que se agota en sí mismo, eso sí-, hiperactivo -aunque a veces lo mejor es estarse quieto-, ambiciosísimo, bienquisto por la izquierda y mal visto por la derecha, aunque eso sea una contradicción con sus circunstancias personales, políticas y familiares. Empieza a ser un problema para el PP, aunque tenga muchos votos. Se presenta como aliado de Rajoy y, en el fondo, es un submarino de Aznar (y de Fraga) contra el actual presidente del PP.

El escarmiento ha de ser tan ejemplar que Gallardón tiene que marcharse. Sabemos que Rajoy no lo hará. Como no lo hicieron ni Fraga, ni Hernández Mancha, ni el propio Aznar, que acabó aliando a su propia esposa en el juego de poder de este aún ‘joven valor’ que ha transitado como el caballo de Atila por todas las batallas. No lo hará, no lo echará, y perpetuará la hoguera que acabará abrasándolo.
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