Un insecto golpeó duramente en la multifacética realidad de un país que demanda a gritos organización y perseverancia. Con una sociedad cansada de la imprevisión que no encuentra el camino para hacerle ver al Estado que hay que dejar la preocupación para ocuparse de las necesidades elementales de una comunidad organizada.
Este atrevido volátil que pone a la muerte como su mayor exponente, no hace más que denunciar que algo anda mal en las tareas de previsión y cuidado de la salud. Que esto no se trata de estratos sociales, creencias religiosas ni partidos políticos. El volátil destructor de la vida no es más que un detonador de que sufrimos males que se deben enfocar desde el sentido común.
El mosquito no hace diferencia a la hora de picar para introducir su letal infección. Esto, más allá del tratamiento científico, delata que la sociedad se siente, y está, en alto riesgo.
El individuo, la familia, la comunidad, y toda la Nación, hoy en Argentina, se sacuden diariamente por esta epidemia; y la secuencia de soluciones son paliativos coyunturales y de cuantificación de infectados y muertos. Estas falencias estructurales de una Salud Pública menoscabada, deben tener estructuras sólidas que se fortalecen con políticas de Estado firmes y consecuentes. En este escenario no hay fórmulas mágicas, debe construirse un plan integral que de, cómo resultado, el bienestar de la comunidad.
La Argentina en tiempos del “dengue” muestra la fragilidad de los parches. Pone a descubierto que algo no está funcionando y que debe replantearse este contexto para que no ocurra en un futuro cercano, se evite su proliferación y se resguarde la salud de los argentinos. También exige saber quienes son los responsables que por impericia, descuido o irresponsabilidad, contribuyeron a este lamentable presente.
La vida institucional de un país es esencial, como también cuidar la salud de los integrantes de la Nación.
El mosquito vino, con su mal a cuesta, para quedarse. Venció las escasas resistencias. Hay que construir defensas para cuidar al soberano. Pero quizás aquí se demanda un compromiso aun mayor de los que dejan sus vidas en candidaturas y proyecciones electorales. Deben darse cuenta que primero hay que estar al servicio de la comunidad.
La mejor elección del hoy es consolidar respuestas a las necesidades de una sociedad que demanda ser atendida, con un acento mayor de responsabilidad para quienes son mandatarios por el voto popular.
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