¿Es la minería una herramienta que de respuestas a las incógnitas que trasmite el panorama económico mundial? ¿Puede la adversidad, en el mundo de las inversiones frenar una industria estratégica para los países emergentes? Desde estos interrogantes se desprenden nuevos matices sobre la realidad minera de Argentina.
A principios de 2008 hacíamos hincapié en la necesidad de profundizar, debatir y planificar acciones tendientes a comprender y ocuparnos de la problemática de conflictos sociales y ambientales en torno a esta industria. Resaltábamos en todos los foros la irrenunciable tarea de profundizar los ejes del Desarrollo Sustentable basado en una mirada crítica sobre los roles que cada actor social debía asumir en esta problemática.
Desde fines de 2008 muchas empresas de exploración, denominadas “juniors”, han disminuido o paralizado sus actividades a la espera de que se arroje luz sobre el futuro económico internacional. Se suma a esa coyuntura una cierta desprolijidad en algunas decisiones de política económica que sembraron dudas sobre la estabilidad jurídica y el respeto por las reglas de juego establecidas. Esto impulsó una desaceleración en el ritmo de las inversiones que se verificaban en los últimos años.
Algunas posibles respuestas:
Aquí debemos fijar otra mirada: la industria concretará, durante 2009, la puesta en marcha de cinco emprendimientos en Argentina. Se han confirmado los proyectos mineros Gualcamayo, en la provincia de San Juan, el proyecto Pirquitas, en la provincia de Jujuy y Manantial Espejo en la provincia de Santa Cruz. No debemos olvidarnos que, recientemente, se ha concretado en esta última provincia, el proyecto San José y la ampliación de Mina Martha, y que, en la provincia de Río Negro, será reactivado el yacimiento de hierro de Sierra Grande.
En menos de un año, cinco emprendimientos mineros de oro estarán en producción, uno de playa y otro de hierro..
Esto obliga a resaltar una respuesta en dos aspectos: ninguno de estos proyectos presenta conflictos sociales de envergadura y en ningún caso se han atrasado los tiempos de construcción y puesta en marcha, más allá de las cuestiones técnicas lógicas de la complejidad industrial.
El sector minero no se retiró del mercado a la hora de invertir en las factibilidades anunciadas y es más, se redoblaron los esfuerzos para concretar los proyectos. Esto generará mano de obra, actividad económica y riquezas en las regiones donde operan.
Desafíos y soluciones pendientes:
No obstante y pese a este panorama, queda pendiente una solución para la profundización de los conflictos sociales entre algunas comunidades y las empresas mineras. Aún falta ahondar el verdadero sentido y los criterios fundacionales de la necesaria consolidación del desarrollo sustentable.
Se han realizado muchas acciones, pero aún falta. En ello están trabajando, algo desarticulados, Universidades, Empresas, ONGs y Gobiernos para llegar a puntos de acuerdo sobre el uso racional de los recursos naturales. Todavía queda un largo camino por recorrer. Pero es importante tener en cuenta que el Estado, en sus diferentes niveles, es el que debe asumir el liderazgo con responsabilidad. Ésa es, tal vez, la asignatura pendiente más importante de la hora.
Para culminar debemos resaltar incansablemente que la minería debe ser desarrollada en forma responsable, estratégica y planificada desde la prospección hasta el cierre de mina, con el esencial ingrediente de una apertura mental que acepte la instalación de mesas de consenso social en las legislaciones y el sostenimiento de políticas públicas perdurables. En definitiva, reglas claras que den seguridad jurídica y estabilidad. Donde todos los actores de esta gran sociedad: Comunidad, Estado, Universidades, Gremios, ONGs y Empresas confluyan en acuerdos sólidos e inviolables. Estos ejes son imprescindibles para mostrar los beneficios que aporta la minería donde el desarrollo económico con equidad e inclusión social es un bien común a todos.
Hugo Nielson
Secretario General OLAMI
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