red.diariocritico.com

Yon Fernandez de Larrinoa Arcal

La Gestión del Riesgo en los Países Andinos

La Gestión del Riesgo en los Países Andinos

Yon Fernandez de Larrinoa Arcal

 

La Gestión del Riesgo en los Países Andinos

 

El interés por la gestión de riesgo en los países andinos ha comenzado a ser un tema cada vez más considerada por los profesionales dedicados a la asistencia de emergencias. Pero, ¿qué es realmente la gestión de riesgos?

 

El Riesgo se define como la suma de una amenaza aleatoria y de los niveles de vulnerabilidad ante esta. Las amenazas pueden ser de origen climático, tectónico, sísmico o de origen humano como son las situaciones de conflicto, levantamiento o de malestar social.

 

Los niveles de vulnerabilidad dependen de la capacidad de las familias, las comunidades, los departamentos y las naciones para hacer frente a las amenazas a las que están expuestas.

 

Por tanto el riesgo, siendo la combinación de estos dos factores (vulnerabilidad y amenazas), puede ser gestionado a partir de dos vertientes diferenciadas. Por un lado, en la detección precoz de las amenazas que se avecinan, planificando respuestas que mitiguen el impacto de la amenaza y que aumenten el nivel de resistencia y una segunda postura orientada a reducir los niveles de vulnerabilidad de los posibles afectados.

 

En el caso de los países andinos y generalizando, lo que ha venido sucediendo en los últimos tiempos, es un aumento de las amenazas climáticas que se ha manifestado de dos formas distintas: un recrudecimiento en la virulencia de algunos fenómenos climáticos, y una variación en los patrones tradicionales de ocurrencia de estos fenómenos en el tiempo.

 

Ambos factores se han venido asociando a los efectos del cambio climático que de alguna manera han generado en los últimos tiempos inundaciones, sequías, heladas, granizadas, huaicos y demás. Aunque ninguno de estos fenómenos es nuevo, pero sí ha cambiado la frecuencia con respecto a los meses tradicionales en los que las comunidades se preparaban para ellos y la nueva virulencia de estos fenómenos.

 

A esta situación de variaciones en el comportamiento tradicional del clima, se une un componente antrópico que agudiza los efectos de las amenazas: la población y ocupación por parte de los humanos de áreas tradicionalmente no habitadas.

 

Conforme la presión demográfica aumenta en el mundo, los seres humanos expanden sus zonas de residencia a lugares que anteriormente no albergaban asentamientos. Así márgenes de ríos, cañones de desagüe de riadas, laderas con pendientes pronunciadas, deltas de ríos y estuarios. Frecuentemente estos asentamientos son de familias en alta situación de pobreza y necesidad que ante la imposibilidad de asentarse en zonas más seguras, se ven forzadas a ubicar sus hogares, campos de cultivos y micro actividades de ingresos en lugares con alta probabilidad de sufrir el envite de las amenazas climáticas.

 

El riesgo en el área rural

 

n el caso de la agricultura, la tendencia de cultivar zonas anteriormente consideradas como poco aptas o de alto riesgo, se ha visto aumentada en los últimos tiempos de modo que la combinación de incremento en las amenazas de desastres naturales por cambio climático, ubicación de individuos pobres o con grandes necesidades en las zonas más propensas a sufrir estos desastres y altos niveles de vulnerabilidad debido a la pobreza, dan como resultado un mayor número de afectados por las emergencias climáticas.

 

En los países andinos, son los agricultores y ganaderos de subsistencia los que vienen soportando desastres naturales repetidos. En las zonas bajas de valle y selva, por las inundaciones de ríos y sequías. En las partes altas de montaña por las bajas temperaturas, granizadas, heladas y sequías.

 

Ante esta situación los expertos en emergencias agropecuarias se enfrentan a un nuevo desafío: por un lado la recurrencia de los desastres climáticos que año tras año reducen la capacidad de respuesta de los más desfavorecidos, por otro lado el hecho de que los eventos climáticos al no coincidir con los patrones tradicionales de ocurrencia, causan mayores destrozos en los cultivos alimentarios que son la base de la alimentación y los ingresos de los que con más frecuencia los sufren.

 

Como respuesta a esta tendencia, se están recuperando cada vez más prácticas tradicionales de gestión de riesgo. La quema de hogueras ante el riesgo de heladas, la combinación de cultivos de distintos ciclos y en asociación para proteger unos a otros en caso de helada, el uso de variedades resistentes a la sequía, el uso del agua como termorregulador.

 

La evolución de las emergencias en los países andinos está siendo tal, que es necesario el esfuerzo institucional que se está realizando a la hora de contar con direcciones especializadas en los principales Ministerios. El desafío ahora, una vez dotadas las instituciones de los órganos dedicados a las emergencias, a la coordinación, la comunicación, el establecimiento de sistemas de alerta temprana y la conexión de estos sistemas e instituciones con  los más desfavorecidos, quienes son los más susceptibles de sufrir los desastres.

 

El esfuerzo realizado por la mayoría de los países esta siendo fundamental para disponer cada vez más de un sistema integrado e integral que contemple la gestión de riesgos desde las parcelas de los valles y montañas, hasta el gabinete de toma de decisiones que habilita las alarmas, las asistencias y la recuperación.

 

El gran reto es la coordinación de los distintos actores a los distintos niveles.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios
ventana.flyLoaderQueue = ventana.flyLoaderQueue || [] ventana.flyLoaderQueue.push(()=>{ flyLoader.ejecutar([ { // Zona flotante aguas afuera ID de zona: 4536, contenedor: document.getElementById('fly_106846_4536') } ]) })