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Ernesto A. O’Connor

La Argentina ante una situación mundial muy incierta

La Argentina ante una situación mundial muy incierta

Ernesto A. O’Connor

 

La Argentina ante una situación mundial muy incierta

 

26-02-2009  La Argentina se enfrenta a la crisis global, con epicentro en EE.UU., como todos los países del mundo, con más o menos acciones anticíclicas, y a la espera del devenir de los acontecimientos. Es que, al no poder conocerse ni preverse con un rango de confiabilidad la profundidad y duración de la recesión global ya en curso, los interrogantes se acrecientan. De todos modos, en la Argentina, la percepción de la recesión, por el momento, es menor, lo mismo que ocurre en países vecinos como Brasil o Chile. La época del año, de vacaciones y recesos fabriles, ayuda a reducir la sensación, además de un lógico rezago en la transmisión del impacto recesivo desde las economías desarrolladas.

 

De todos modos, los sectores de la actividad económica ya empiezan a sentir algunos impactos fuertes. La producción industrial esta cayendo: estimaciones privadas como las de OJF y el IPI de FIEL arrojan caídas anuales del 9.1% y 11.4% respectivamente para enero. Para el Centro de Estudios de la UIA, la industria había caído 4.7% y 6.8% en los dos últimos meses de 2008. Por su parte, el CIS informó que la producción de acero crudo cayó 39.1% y la de laminados lo hizo al 40.6%, siempre en enero. Por su parte, según ADEFA la producción automotriz registra caídas del 54.6 anual, y las ventas del 39% Si bien enero es un mes atípico, por las vacaciones, habrá que esperar los números interanuales del bimestre enero-febrero, para tener una mejor perspectiva.

 

El sector agropecuario se enfrena a un contexto diametralmente opuesto al de los últimos años. Los precios internacionales siguen en caída, con la soja a U$S/tn 315 frente al máximo de U$s 607 de julio de 2008, y aún con un precio por encima del que se podría esperar, ya que en 2007 promedió U$S 317 con un nivel de demanda global alto. La crisis gobierno-campo de 2008 aún no se solucionó, con lo cual, ceteris paribus, los productores, dado que reclaman una rebaja de las retenciones por motivos de rentabilidad, han optado por reducir costos e inversiones. Esto implica una similar siembra de soja pero con menos agroquímicos y fertilizantes, con lo cual la cosecha, junto a efectos de la sequìa de enero, sería incierta. A esto su suma una caída en la cosecha de trigo del 35%, del maíz del 25% y del girasol del 29% (estos dos últimos muy afectados por la sequía de enero). La expectativa es que la cosecha total caiga 9% anual.

 

El sector petrolero enfrenta nuevos problemas. Con el precio internacional del crudo “afirmado” en torno a U$S/bl 35-40, la rentabilidad de la producción y las nuevas inversiones se ven afectadas, y el impacto en las provincias petroleras ya se hace sentir en términos de nivel de actividad y de regalías para los fiscos provinciales. Otra vez, la opción de bajar las retenciones tiene un alto costo fiscal.

 

La construcción de viviendas, sector “fundante” de la crisis global en EE.UU., deja de ser refugio de inversores, tanto por los costos, como por los riesgos y por una expectativa de descenso del precio de las propiedades. El consumo privado mantiene aún a algunos servicios con demanda, mientras que el turismo doméstico se mostró relativamente activo. En cambio, el turismo receptivo se frenó: la entrada de turistas al país cayo 8.1% anual en diciembre, por tercer mes consecutivo, según la ETI del INDEC.

 

Las exportaciones, por su parte, sean agroindustriales, manufacturas o petroleras, sienten la caída de la demanda mundial y ya no serán, como en el período

2003-2008, un motor de la economía: en diciembre cayeron 24% anual. Las importaciones totales ya habían caído 11% anual en ese mes, por segundo mes consecutivo.

 

Si bien no hay datos recientes de desempleo, el impacto en la ocupación se hará sentir, sobre todo en el sector informal de la economía, mientras que el segmento formal, los adelantos de vacaciones y las suspensiones vigentes durante el verano se enfrentan al “comienzo” del año laboral en marzo.

 

En materia fiscal, la recaudación de enero se alineó con la tendencia incierta. La suba del 11% anual fue sostenida por los ingresos de la ANSeS, con fondos ex – AFJP. Con retenciones cayendo 26.7% anual, por segundo mes consecutivo, y reducción de alícuotas a trigo y maíz, el sector externo deja de ser el oxígeno fiscal de estos años. Los menores ingresos por ganancias por impacto de la eliminación de la “tablita” muestran parte del costo fiscal de una medida que difícilmente sea reactivante en este contexto. El IVA DGI subió 21.1%, en niveles no muy superiores al posible rango de niveles de la inflación, que sería del 15-20% anual, lo que muestra una menor actividad. Los fondos ex – AFJP aportaron $ 1.400 M, con suba del 70%.

Con esta recaudación, los ingresos fiscales totales crecieron 12.5% en enero.

Como los gastos lo hicieron al 24%, el superávit primario fue de $ 2.002 M, 40% menos que hace un año, y el superávit financiero, $ 1.045

M.

 Esto proyecta, de ser una tendencia, un resultado primario anual que se aleja de los guarismos logrados en 2008, de .528 M.

Por su parte, el BCRA ha optado por convalidar la caída en la base monetaria – de agentes que huyen de la moneda por la inflación y la menor actividad-, rescatando pesos en la medida de lo posible, y en materia cambiaria acompaña una muy suave depreciación, con un tipo de cambio que en un mes se ha movido poco hasta U$S 3.55. Ambos tipos de acciones permiten inferir una política antiinflacionaria, buscando evitar el surgimiento de depreciaciones fuertes, que arrastren los precios. De este modo, el dólar futuro a un año se negocia a .14, un valor hoy razonable.

 

La pregunta pasa por los instrumentos anticíclicos que la economía argentina puede presentar hoy. Con esta política monetaria y cambiaria, y con fondos fiscales en descenso, los grados de libertad se acotan. La suba de tarifas de servicios públicos puede liberar parte de los fondos de subsidios, pero se desconoce en que medida. La política de ingresos, en tanto, aún no permite apreciar como se enfrentará a la vez una inflación de dos dígitos y problemas de conservación de empleo ante empresas que ven caer drásticamente las ventas.

 

El financiamiento, en tanto, es escaso en un mundo recesivo: el país no tiene acceso a mercados voluntarios de deuda -pues los bonos argentinos rinden tasas prohibitivas- no hay acceso a préstamos del FMI, resta acordar una Estrategia País con el Banco Mundial para liberar más préstamos, y sólo quedarían fondos adicionales del BID y lo que pueda recaudar la ANSeS. Con la IBIF cayendo, al 2.8% anual en IV-08, las expectativas sobre la obra pública reactivante dependen más que nunca de los fondos que pueda generar la Administración.

 

En suma, por el momento, la economía enfrenta recesos naturales y no naturales por la estacionalidad, aumento del desempleo en los segmentos informales que no están bajo convenio sindical, caída de la inversión y alguna restricción de los consumidores. En este contexto, marzo se presenta como un mes con muchos interrogantes, sobre todo por parte del sector productivo, para ver si arranca o no el nivel de actividad y a que ritmo, y en que medida la cadena de pagos se encuentra aceitada.

 

Ernesto A. O’Connor

Director del Programa de Análisis de Coyuntura Económica de la UCA

 

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