Este Diario, al igual que otros medios de comunicación y diversos analistas económicos, ha reclamado al Gobierno por la acelerada expansión del gasto público. En efecto, en 2008, se incrementó el gasto en casi el 70% en relación con el del año anterior. Solo lo gastado entre enero y septiembre de 2008 fue un 114% más del monto que se gastó en el mismo lapso en 2007.
Desde abril del año pasado, se observó un inusitado incremento del gasto, como se refleja en la vertiginosa disminución de recursos en la Cuenta del Tesoro. Para ese mes, cuando se liquidaron los fondos de ahorro por los excedentes petroleros y se los pasó a la Cuenta del Tesoro, esta contaba con la apreciable suma de $2 456 millones. Sin embargo, a mediados de diciembre, en ella solo había $512 millones.
Lo paradójico es que el actual Gobierno ha contado, en los dos últimos años, con mucho más recursos que los otros Gobiernos en tres décadas, pero los resultados económicos son deplorables.
En un alto porcentaje, el incremento del gasto público responde al creciente peso de los subsidios y también al aumento del gasto burocrático. En 2007, el Presupuesto destinó solo al rubro de remuneraciones del Gobierno central
$2 822 millones, $200 millones más que en el año precedente, y en 2008, aumentó $731 millones en relación con 2007.
A pesar de que en los dos últimos años el país recibió más de $20 000 millones por los altos precios del crudo, no existe una obra pública de magnitud que el Gobierno pueda exhibir. Y cuando la publicidad exalta la obra vial, el invierno se encarga de contradecirla patéticamente. Solo el verbalismo y la demagogia populista pueden calificar como contradicción reclamar por los excesos del gasto público y, a la par, pedir una rendición de cuentas por las emergencias o lo hecho en la reconstrucción vial, en donde el colapso de estos días es más elocuente que la publicidad oficial.
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