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¿Defensores de la derecha?

Miércoles 23 de julio de 2008

El proceso de “cambio” encabezado por Evo Morales ha tenido la virtud (o el defecto, según se quiera ver) de polarizar y reducir el continuo ideológico entre quienes los apoyan y los que no. Los primeros son sus aliados y amigos, por el contrario los que discrepan  son sus declarados enemigos. Fácil receta para generar adhesiones y pasiones, en un camino procedimental y discursivo al que han apostado el presidente y su entorno más cercano. El discurso de los gestores del “cambio” es envolvente, repetitivo y utiliza las probadas fórmulas de la descalificación, la denuncia, la judicialización y la amenaza al enemigo (pues ha dejado la calidad de adversario). En ese juego de estar a favor o en contra, los matices son imposibles. Discrepar con Evo es defender a la derecha, a la oligarquía, a cuatro familias y/o al neoliberalismo. La reducción perversa es una fórmula muy antigua que busca determinar “buenos y malos” en una perspectiva de negro y blanco, sin tomar en cuenta la escala de grises.

El discurso es tan eficaz que muchos hemos llegado a interpelarnos y terminamos preguntándonos y cuestionándonos sobre nuestra adhesión política y hasta sobre nuestra propia escala de valores. Desde enero de 2006, los críticos al status quo, nos hemos visto arrinconados en nuestra individual acción, con la fuerza y el ímpetu discursivo de los administradores del poder a la cabeza de Evo Morales y el MAS. La crítica como ejercicio y derecho, transforma su naturaleza en la etiqueta y la reducción. La propaganda actúa como fuerza de sostenimiento y la crítica al régimen es bautizada como la “defensa de la derecha”. Los principios de la “izquierda” habrían sido conquistados por los “revolucionarios” de turno y los que no estén de acuerdo se pasan automáticamente al lado de la “reacción”.

Los Referéndum por Estatutos Autonómicos nos ubicaron en el dilema sobre nuestra adhesión simbólica a un tipo de país, respecto de la defensa o condena de las autonomías, sin posibilidad de cuestionar los alcances mínimos o máximos, establecer debate y proponer alternativa.  El Referéndum Revocatorio, actualmente nos sitúa de manera obligada en la posibilidad de defender a personajes como Pepe Lucho Paredes o Mánfred Reyesvilla, por el solo hecho juzgar negativamente la marcha del gobierno y la gestión de Morales. La reducción simbólica y discursiva hábilmente administrada por el gobierno es proponer un disyuntiva maniquea, de que el votar en contra la continuidad del presidente, significaría implícitamente el apoyar a Prefecto opositor que nos tocare.

En el plano mediático, de igual manera, a partir de la voluntad de etiquetar  de parte de los inquilinos de la Plaza Murillo y su consecuente reacción en la toma de posición de los medios  más influyentes del país, ha implicado a la ciudadanía, proponiendo que criticar al canal 7 es implícitamente asumir la posición de medios como UNITEL o los otros medios del activismo regional e ideológico. Así, la intención es hacernos aparecer defendiendo “por defecto” (antes que por afecto) a la  reacción.  La posibilidad SI/SI o NO/NO pareciera inconcebible y se torna funcional a los polos del conflicto. Que difícil resulta razonar y proponer censurar con el voto al gobierno sin tener que apoyar a un Manfred o un Pepelucho, conociendo que de ambos polos del conflicto, no se fabrica una sola solución.