La fuerza de Zapatero es al mismo tiempo su debilidad. Tiene deudas con Cataluña y con Euskadi pero si las paga con generosidad, las reclamaciones desde todos los rincones de España no se van a hacer esperar y volverán a surgir las tensiones territoriales en la legislatura volviendo a dejar paso al PP en su política de alertar sobre la quiebra de España. Si el PP moderase su diapasón y renunciara al catastrofismo tendría atmósfera para el crecimiento defendiendo la construcción de una España solidaria.
La debilidad del PNV puede hacerle entrar en razón para ubicarse en el territorio de un nacionalismo moderno o puede hacerle apostar por la política de definición nacionalista al estilo de Eguibar. Saldremos pronto de dudas si, como parece, se produce una negociación con el presidente Zapatero para facilitar la estabilidad de Gobierno. El precio no puede ser otro que la renuncia al referendo y la ampliación del Estatuto.
En Cataluña el PSC ha entrado en el ámbito de la competencia por la ocupación del nacionalismo. Eso ha debilitado a CiU pero le complica la cosa a Zapatero, porque antes el PSOE en el Gobierno se tenía que limitar a un entendimiento con el nacionalismo moderado de Convergencia. Ahora lo más probable es que entremos en una subasta de nacionalismo entre CiU y el PSC. A Zapatero le va a hacer falta finezza.