No lo tiene fácil Tomás Gómez. Y no sólo por lo que la gente piense de la dimensión política de Parla, sino por la desvertebración del PSOE en la Comunidad de Madrid, a pesar de que en su capital está concentrado todo el poder socialista en España. Tomás Gómez no parece enemigo de Rodríguez Zapatero, con el que seguramente va a entenderse bien, pero la verdad es que llega al poder un tanto por libre, cuando la tendencia reciente en el PSOE indica que el joven presidente se va deshaciendo de políticos incómodos -Bono, Ibarra, Paco Vázquez...- para colocar a personas afines al nuevo socialismo que administra José Blanco desde Ferraz. Pero Tomás Gómez no es precisamente un mandado de Moncloa.
En realidad, todo tiene su lógica, porque las meteduras de pata de Rodríguez Zapatero con Miguel Sebastián e incluso con Simancas arrastraron al PSOE en Madrid a uno de los peores momentos de su historia, mientras el PP daba la impresión de haber arrasado no sólo en Madrid sino en toda España. El PSM tendrá que superar este tremendo revés de las elecciones de mayo pero también deberá disipar, definitivamente, la crisis desatada por los dos tránsfugas que le impidieron a Simancas ser presidente de la Comunidad. Siendo Madrid una ciudad que sociológicamente se declara más de izquierdas que de derechas, está claro que el problema no es de los votantes, sino del partido que debe seducirlos; de entrada, con una organización seria. Si Tomás Gómez reedita su pragmatismo de alcalde como líder del PSM, Esperanza Aguirre podrá seguir ganando, pero no de calle.