Imitando a Fray Luis de León, no sólo es obligatorio, sino justo y necesario comenzar este jueves negro para el ciclismo con su famosa frase de 'decíamos ayer'. Porque en la mañana del miércoles ya se sabía que el Tour se había llevado una fuerte estocada con el positivo de Vinokurov, y asi lo denunciamos. Pero faltaba lo peor, faltaba la puntilla. Y ha llegado con el abandono del hasta este mismo jueves líder, el danés Rasmussen, expulsado por su equipo del Rabobank, a su vez presionado por los organizadores de la carrera, por la prensa e incluso por el público, que le abucheaba por las carreteras incluso en sus días de gloria deportiva, como el del mismo miércoles, cuando ganó la etapa clave y salió de ella reforzando su posición como maillot amarillo.
Pero al margen de ello, el balance definitivo de este Tour 2007, que ahora Alberto Contador -¿porqué no atacó ayer?, ¿sabía su equipo, el Discovery, que el danés se iba a ir al término de la etapa y por eso no convenía forzar?- tiene en sus piernas ganar, es pésimo. Y no sólo para la ronda francesa, e indirectamente para el Giro y la Vuelta, sino para el ciclsimo en general. Un deporte que, en su actual estructura, ya está herido de muerte y no va a interesar a patrocinadores, organizadores -el COI ya se plantea oficialmente expulsarlo de los Juegos Olímpicos de China 2008-, prensa y público. Este otrora bello y admirado deporte ha empezado su recta final y entona su adiós definitivo.