El poder adquisitivo de los salarios ha bajado desde que gobierna Zapatero. Lo dicen todos los informes. Y no hay más. Se puede dar vueltas al molino, se puede retorcer la estadística, ver la botella medio vacía o medio llena. Sea por los salarios de las mujeres y de los inmigrantes o por cualquier otra razón, el final es el mismo. No es que no se quiera ver, es que se le quiere decir otra cosa a los españoles. Igual que se dice a bombo y platillo que han bajado los impuestos y que lo van a volver a hacer y resulta que la presión fiscal ha subido y la reforma no ha sido tal; igual que se dice alegremente por el presidente en el Congreso que las tarifas de la luz han subido con la inflación y lo han hecho casi el doble. Lo llevan haciendo toda la legislatura.
Pero la verdad y la realidad se imponen y si no que se lo cuenten a centenares de miles de familias españolas que han visto como en el último año se ha deteriorado sustancialmente su capacidad de compra porque no han subido los salarios, no han bajado los impuestos y se ha disparado el precio el dinero. ¿Cuánto tiempo aguantará el teatrillo? Veremos. Pero que, más pronto que tarde, todo esto quedará al descubierto es una evidencia y entonces no habrá palabrería que lo pare. Los ingresos y los gastos son los que son y dan para lo que dan. Sólo hay que rogar por que todos estos desajustes en el consumo y en el endeudamiento afecten al empleo lo más tarde posible y con la dureza menor que sea posible.