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Los porteños más allá de macristas o kirchneristas

Martes 05 de junio de 2007

 Mientras siguen los análisis de lo sucedido en las elecciones del pasado domingo 3 de junio y ya se inician las campañas por el balotaje para definir quien gobernará la ciudad de Buenos Aires desde diciembre próximo,  hay miles de porteños que demandan soluciones.

No comprende la clase política argentina que ya no interesan esos debates sobre que es primero si el huevo y la gallina, la gente, el hombre común quiere soluciones.

Soluciones que nos digan como terminar con la demanda social de viviendas dignas para más de 18.000 familias que viven en la marginalidad dentro de la ciudad más rica de América Latina. Como se reconstruye la escuela pública carente de edificios acordes y jaqueadas por situaciones edilicias muy graves, connotadas por invasión de ratas, vidrios rotos, falta de calefacción y un abultado número de inasistencia de sus docentes frente al aula.

Nadie habla como se solucionará el transito vehícular que pone en jaque la armonía de la ciudad que pone en riesgo a conductores y transeúntes dado que nadie sabe cando la imprudencia reinante provocará una nueva víctima en el país de mayor muerte por consecuencia de accidentes en la vía pública. Ciudad donde no se respeta las normas de tránsito, y diariamente más de 800 personas deben  concurrir al Juzgado de Faltas de la ciudad para solucionar sus infracciones.

Otro aspecto que le preocupa al hombre común de esta metrópolis es la seguridad. Saber que uno sale de su hogar y no desconoce con que sorpresa podrá encontrarse en la calle, su oficina, su lugar de esparcimiento o en su hogar  al retornar del trabajo diario. Todos los días, a cada hora los noticiosos profundizan y difunden las decenas de casos policiales que son frecuentes en la ciudad donde la víctima es el anónimo ciudadano que cumple con sus obligaciones y espera ser correspondido por las autoridades competentes.

La salud no es la excepción, la limpieza de la ciudad tampoco. Como no lo son los negociados con empresas fantasmas.

Aquí hay que recuperar el contrato social de reciprocidad de deberes y derechos. Los porteños quieren soluciones a sus problemas diarios. Quieren respuesta a las inquietudes sociales, culturales, económicas, educativas y políticas que son realidad en cada barrio, en cada gran zona de esta estupenda y magnífica ciudad.

Más allá de las interpretaciones de los analistas de turno, el porteño común, el que construye el presente de la ciudad y espera respuestas demanda soluciones y madurez a los dirigentes políticos.

Esta es la única realidad.

La de poner fin a la mafia de los chicos de la calle, a quienes explotan menores en la vía pública o someten a extranjeros, sin documentos, a mendigar a dar lástima en cada esquina del microcentro para generar dinero para otros. Políticas de mantenimiento de soluciones a este tipo de citación social extrema, a lo que se le agrega la multiplicación de la droga en las escuelas.  La falta de claridad sobre que juventud formamos para el futuro que nos demanda nuevos desafíos. Castigando la corrupción y la indiferencia social. Obligándonos a estar todos dentro de la ley. Sin exclusiones.

Sin duda la agenda para dar soluciones a la problemática de la sociedad porteña de estos días es muy abultada.

Por eso la reflexión de los porteños no es cuestión de elecciones y campañas a favor o en contra, es ponerse a trabajar para el conjunto.

Que de una vez por todas esta ciudad consolide ese perfil de solidaria, empeñosa, ideal, atrapante y sorprendente.

Queremos una ciudad digna de ser vivida más allá de macristas o kichneristas.. Los porteños se merecen la posibilidad de ver gestiones que se empecinen en poner manos a las obras. De transformar lo necesario, consolidar los aciertos y ser más equitativos en la distribución. Todo esto es preferible a las batallas preelectorales.

Los porteños somos humanos. Nos resignamos a ser botín de guerra de cuanta agrupación política se aliste al abordaje. Sólo queremos una ciudad digna de ser vivida.

Una ciudad socialmente justa y soberana. Ni de izquierda, ni centro ni de derecha.

Sencillamente, una ciudad que sea orgullo de los argentinos