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‘Sarko’, un Fraga en delgado y bajito

Carta desde Francia

Jueves 05 de abril de 2007

El candidato de la derecha, Nicolás Sarkozy, se perfila como ganador en las elecciones presidenciales francesas


Cualquiera que visite la sede electoral central de Nicolás Sarkozy, el líder de la Unión por un Movimiento Popular, se convencerá inmediatamente de que este hombre de 52 años, de pequeña estatura y rostro que corresponde a sus ancestros judíos polacos, tiene más posibilidades que otros de convertirse en el próximo presidente de Francia, cuando, el 6 de mayo, se celebre la segunda vuelta e las elecciones que, en primera instancia, tienen lugar el 22 de abril.

Situada en el barrio kurdo de París, la sede, que perteneció a la fundación del modisto Paco Rabanne, tiene de todo, incluso un set para televisión, huele a orden  rígido y a eficacia –y a dinero para la campaña-- , a que nada se ha dejado a la improvisación. Si usted visita la web de Sarkozy—www.sarkozy.fr—entenderá lo que quiero decir. Es casi una marcha militar la de este hombre de voluntad de hierro y matrimonio frágil, que entrevistado por L’Express, dice sin rodeos: “menudo presidente sería yo”. En la sede de la socialista Segolene Royal todo es más lúdico, más caótico, puede que más alegre, pero menos organizado para ganar. Parece que les basta con participar.

Duro como una piedra, sin concesiones, Nicolas Sarkozy (París, 1955) me recuerda, desde la distancia, un poco a Manuel Fraga, que, al fin y al cabo, fue, como él, ministro del Interior, como él consideró que la calle era suya, como él implantó métodos expeditivos para garantizar el orden ante los levantiscos, como él sentía escasa simpatía por los marginales y los antisistema. Hasta la gaviota con la que Fraga adornó a su Alianza Popular ha sido copiada por la candidatura de ‘Sarko’, que concurre bajo el lema “Juntos todo es posible”.

Fraga intentó por todos los medios ser presidente del Gobierno y no lo logró: le perdía su carácter. Sarkozy tiene la enemiga de un 53 por ciento de los franceses según las encuestas, pero él espera que muchos de ellos no acudan a votar O lo hagan en blanco. Su principal rival, la socialista Segolene Royal, tiene en contra a un 48 por ciento, que tampoco está nada mal. Los otros doce candidatos tienen posibilidades variables, pero caerán, presumiblemente, en la segunda vuelta, que será la de las componendas y la división irremediable, clásica en Francia y en la mayor parte de Europa, entre derecha e izquierda.

Quien es llamado “el candidato de la derecha” –no es el único: ahí está Le Pen, el ultra con una siempre sorprendente cantidad de votos a sus espaldas--se lo juega todo en este envite. El lunes 26 de marzo dimitió de su cargo de Ministro del Interior con una ostentosa ceremonia en el palacete de Beauveau, sede del Ministerio que ha dirigido durante cuatro años (2002-2004 y 2005-2007).  Es un trinfador:  a principios de 2004, Sarkozy era el político conservador más popular de Francia, pero su figura política comenzó a declinar cuando, como Ministro de Interior, tomó medidas desmesuradas, impopulares e ineficaces en materia de criminalidad, economía e inmigración. Desencadenó la crisis vivida en los suburbios marginales franceses a finales de 2005, después de hacer unas declaraciones xenófobas, que dieron lugar a una quema masiva de coches. No han sido sus únicas declaraciones imprudentes, desde luego: reconoce que sus expresiones a veces son un poco fuertes, pero lo disculpa diciendo que “es recomendable que un presidente de la República se haga comprender por los ciudadanos a los que representa”.

Es licenciado por la Universidad de París Nanterre y estudió en el prestigioso Instituto de Estudios Políticos de París. Sin embargo, siempre se ha mostradocontra el sistema elitista que representan los ‘enarcas’ (surgidos del Instituto Nacional de la Administración). Quizá porque, por sus orígenes, siempre fue un desclasado. Creció a la sombra de Chirac y del RPR chiraquiano y es el ‘sucesor natural’ del actual presidente francés…que le odia cordialmente, aunque le haya tenido que dar su apoyo un poco a regañadientes. Todo indica que Chirac será su peor enemigo si es que finalmente resulta elegido presidente de la República francesa.

Su programa, con el que concurre a las elecciones, es minucioso en lo económico, con el ya clásico descenso de impuestos, rígido en lo educativo y pretendidamente integrador en lo social (su libro, con el que llegó como candidato, se titula ‘Ensemble’, es decir, ‘juntos’). Pero  en Francia, como en casi todas las partes, nadie mira demasiado a los programas, que se cumplen más o menos, sino a la persona. Y la persona de Nicolas Sarkozy, que pone el acento en la seguridad, como ‘Sego’ Royal lo hace en lo social, es ciertamente desconcertante. Desde luego, no deja indiferente a nadie, lo que no es necesariamente bueno. Ni necesariamente malo.

Cuando abandonas la sede sarkoziana, tras haberte deleitado con la página en Internet del candidato, una recepcionista amable, pero algo fría, te regala un ‘pin’ con la ya famosa gaviota. “Usted, si se presentara en España, seguro que votaría a Sarko, ¿no?”, te dice. Le contesto que ya teníamos a Fraga para comparar. No le digo si alguna vez voté a Don Manuel, aunque sí que tuve que seguir sus peripecias políticas como periodista durante bastantes años.

Y, cuando has visitado también la sede de Segolene Royal y has hablado con algunos de sus colaboradores, te marchas convencido de otra cosa: los dos candidatos principales galos a la presidencia no son tan parecidos a Rajoy ni a ZP, al fin y al cabo

Aunque es el referente político de Mariano Rajoy, Sarkozy no ha mantenido un contacto demasiado estrecho con el presidente del Partido Popular. Ha estado en España alguna vez, y Rajoy se ha encontrado con él en alguna cumbre del Partido Popular Europeo y durante un par de visitas circunstanciales a París. Pero no mucho más que eso. Ni el PP es el MPU, ni el socialismo francés es del todo el actual PSOE. NI, desde luego, Segolene Royal es nuestro ZP, aunque algunos la llamen “la zapatera prodigiosa”.

Hay bastante más coherencia en los programas de ‘Sarko’ y ‘Sego’, bastante más contenido en las declaraciones de ambos, de lo que estamos acostumbrados por estos pagos, y eso que la señora Royal tiene un punto de improvisación que recuerda la trayectoria del presidente español. Lo curioso es que los estados mayores de los dos principales partidos nacionales en España jamás se han entendido del todo con sus homólogos del país vecino. Ni ese entendimiento ha sido utilizado en la campaa gala. De hecho, las prioridades de ‘Sarko’ y ‘Sego’ se sitúan mucho más allá geográfica y estratégicamente de lo que podría significar la lucha contra el terrorismo de ETA o el progreso de las relaciones comerciales y políticas entre los dos países. En ese sentido, al Gobierno español debería darle lo mismo que gane el corregligionario o el contrario. Francia será vecina, puede qe en esta semana santa haya estado repleta de españoles, pero sigue estando lejana, qué le vamos a hacer.