Ismael Álvarez de Toledo | Domingo 15 de febrero de 2015
Sinceramente pienso que la valentía con la que Pedro Sánchez ha
atajado un mal de raíz, en el PSOE madrileño, a escasos meses de las elecciones
municipales, no sirve para darle un enfoque nuevo a la política y, por el
contrario, puede que el remedio sea peor que la enfermedad. La premura con la
que se ha ajusticiado a Tomás Gómez choca frontalmente con las tesis que
sostienen algunos militantes socialistas, de que existen en el partido dos
varas de medir; una en Andalucía, y otra, en el resto del Estado. Y que el
problema del tranvía de Parla es pecata minuta, comparado con lo que está
saliendo, y lo que queda, en el feudo de Susana Díaz, a la que por cierto, las
encuestas siguen dando como ganadora, y alas.
Como ya habrán supuesto, el título de este artículo de opinión, no
es para hablarles de la obra de Tennessee Williams: Un travía llamado deseo,
sino del tranvía de Parla, que como el
tren de Arganda, pita mucho más que anda. Las investigaciones que se
están llevando a cabo por la Unidad de Delitos Económicos y Fiscales UDEF de la
Policía Nacional, no hacen alusión específicamente a Tomás Gómez, pero los
sobrecostes en la adjudicación del famoso tranvía ya tiene en la palestra a
once ediles y catorce empresas. Estos once concejales, entre los que se
encuentra el actual candidato a la alcaldía, aprobaron en 2006 y 2008 un
sobrecoste de 36 millones de euros en las obras del tranvía. Pero lo que nadie
se explica, es que teniendo el PSOE el informe de las dos investigaciones
abiertas en dos juzgados de Madrid, no se haya actuado antes, con más
comedimiento y sin el revuelo mediático y de militantes que ha puesto en
evidencia lo mal avenidos que se encuentran las dos facciones de socialistas de
Madrid y Ferraz.
El problema de fondo que tiene que superar Pedro Sánchez, no es el
los socialistas de Madrid, con el asunto del dichoso tranvía, ni siquiera el de
los patriarcas andaluces, inamovibles y retorcidos hasta decir basta. El mayor
problema, a mi juicio, es el de la credibilidad dentro y fuera del PSOE. Porque
a Sánchez hay muchos militantes que le toman por el pito del sereno,
quizá porque sus dotes de líder chocan abiertamente con el poder que representa
Susana Díaz, y porque en la carrera de los futuribles no entraba en las
quinielas de la ejecutiva federal, y su elección fue toda una sorpresa que dejó
compuesto y sin novio a más de uno. Tampoco es que fuera del PSOE se le tome
demasiado en serio, como le recordó hace días Mariano Rajoy, sabedor de lo que
se cuece entre bastidores de la política, en general. Todo el mundo es
consciente de que pende de un hilo su solvencia política y su imagen de líder,
y que decisiones unipersonales como la tomada con Gómez, no hacen si no
abocarlo un poco más al precipicio donde muchos de los suyos quieren que caiga.
Lo positivo que puede extraerse de la tragicomedia del Partido
Socialista de Madrid PSM, es la sensación de que nada es perdurable, que como
si de una partida de ajedrez se tratase, cada pieza tiene su propia y exclusiva
manera de moverse, y estas se mueven según se formule la estrategia, y a veces,
las torres caen por enfrentarse al peón. Quiero decir, que hacen mal los que
han subestimado al líder. Que en contra de las tesis que manejan los que hasta
ahora han movido los hilos de las corruptelas del PSOE, Pedro Sánchez ha venido
para quedarse, para ganar la partida, para demostrar que es un luchador nato, y
que se no asusta a las primeras de cambio. Que le va a dar igual la fuerza que
esgriman los imputados y corruptos "compañeros" de Andalucía, porque la fuerza
de la razón es imparable, y en su batalla por la decencia política y las buenas
prácticas frente a los ciudadanos, o con ellos, tiene las de ganar.
Sánchez sabe que su fuerza es limitada, por eso tiene que
aprovecharla. Que su único baluarte es el poder que le dieron los votos de las
primarias, pero ahora, cuando todo el
mundo se cuestiona si ir con el o contra él, tiene que reforzar, a sangre y
fuego, si fuera necesario, su voluntad de líder y cumplir con lo que los
ciudadanos, afines al PSOE o no, le demandan, aunque para ello tenga que volver
del revés Andalucía, y enfrentarse a la todopoderosa Susana y los reyes del
hampa. Mientras tanto, en Madrid, el escandalo de un tranvía llamado deseo, le
dará la razón y motivos para seguir.
Ismael Álvarez de Toledo
periodista y escritor
http://www.ismaelalvarezdetoledo.com
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