Opinión

Ni 'mirabilis' ni horribilis', unos Juegos mediocres para España

Emilio Martínez | Lunes 13 de agosto de 2012
Ni bueno ni malo, sino todo lo contrario. Pues, tal puede ser el balance de nuestra representación en los Juegos de Londres recién concluidos. El balance matemático y numérico, claro, que luego hay matices, el más llamativo y afortunado: la sensacional explosión femenina. Porque en cuanto a nñumeros, España ha quedado en un puesto mediocre, el 21º del medallero, merced a los 17 preseas, que es la horquilla habitual desde la anterior explosión, conjunta de hombres y mujeres, en Barcelona, con 22, y que va de las 11 de Sidney 2000 a las 19 de Atenas 2004, pasando por las también 17 de Atlanta 1996 y las 18 de Pekín 2008. Ese es nuestro lugar en el mundo del deporte en cuanto a Juegos Olímpicos, rozando los 20 primeros. Que si se compara con los petardos anteriores a Barcelona, siempre por debajo del puesto 40, es un balance 'mirabilis'. Pero si se hace respecto a nuestro actual y envidiado dominio planetario -por encima de las grandes potencias que han arrasado en Londres -EEUU, China, Gran Bretaña -favorecida como todas las sedes-, Rusia y Alemania- en los deportes más mediáticos como fútbol, tenis, Fórmula 1, baloncesto y ciclismo, se debe calificar de 'horribilis'. Pero, en definitiva, ni un extremo ni otro, es un puesto mediocre, no en su peor acepción, y vulgar.

Con picos muy positivos, como esa extraordinaria actuación generalizada de las mujeres, que siendo un escaso 40% de nuestro equipo olímpico -112 sobre 282-, y pese al olvido oficial de muchas de ellas y sus equipos, e incluso -'mea' culpa de las empresas periodísticas- de la prensa, lograron 11 de las 17 medallas -un 65%- y dos de las tres de oro .66%-. Loor a ellas, que, como denominador común, han reclamado que a partir de ahora se las trate, en estos dos aspectos esenciales de ayuda y repercusión mediática como a los hombres. Se lo merecen Marina Albau -oro en vela-; Tamara Echegoyen, Sofía Toro y Ángela Pumariega -plata en otra modalidad de la vela-; Mireia Belmonte -histórico doblete en natación-; Andrea Fuentes y Ona Carbonell -en sincronizada-; Brígida Yagüe -en taekwondo-; Maier Unda -bronce en lucha libre- y Maialen Chourraut -en piragüismo-; amén de las 'guerreras' integrantes de los equipos de waterpolo -plata-, balonmano y sincroinzada -bronce ambas-. Dentro de este apartado positivo, y sin olvidar al resto de medallistas masculinos, mención de honor, plata que sabe a oro a los baloncestistas de la ÑBA, que nunca fallan, y estuvieron a punto de dar la sorpresa histórica, el 'maracanazo' de derrotar a los superhombres de la NBA.

Y con picos muy negativos, siempre protagonizados por los varones. Sobre todo en fútbol, la gran decepción impropia de La Rojita y que al menos le ha costado el puesto al seleccionador Luis Milla; tenis con los superprofesionales y de escaso espíritu olímpico que intentaron tapar la enorme ausencia de Nadal, y atletismo. ¡Ay el atletismo español!, fracasando desde hace casi dos décadas en los Juegos -ahora sólo se salvó la extraordinaria Beitia, bordenado el bronce, pero que ya tiene 33 años- y con un presidente veteranísimo y aferradísimo al puesto, José María Odriozola, que no ha dimitido ni parece tener intención pese a acumular tantas medallas... virtuales del fracaso. Tampoco conviene olvidar las, cómo no, triunfalistas declaraciones del secretario de Estado para el Deporte: "Mejor que en nuestras expectativas". Que indican satisfacción y nulo espíritu de autocrítica, normal por otra parte -y no vamos a entrar en valorar sus acciones y reacciones frente a algo mucho más básico que el deporte: la crisis económica y sus tremebundas secuelas- en políticos y adláteres.

Porque, y ahí va la última reflexión, si bien es cierto que no hicimos el ridículo, sin llegar tampoco al éxito; si bien es verdad que ni 'horribilis' ni 'mirabilis', sino todo lo contrario; no lo es menos que hemos fracasado en las disciplinas fundamentales de los Juegos, las básicas, las naturales en la humanidad -correr, saltar, nadar-, las que dieron origen a la propia competición hace más de tres milenios e incluso a su recuperación en 1896: atletismo y natación, pese al doblete de Mireia. Dos modalidades en las que las grandes potencias que encabezan el medallero están a años luz. Porque el 70% de nuestras preseas vinieron del agua, sí, pero no de la natación pura -salvo esas dos de Mireia-, sino de otras modalidades -vela, piragüismo- en las que la competencia planetaria no es muy grande. En definitiva que el deporte olímpico español no se ha hundido, pero lleva dos décadas estabilizado y sin crecer, superándonos ampliamente incluso países que antes eran unos parias como España. Pongamos que se habla /escribe de Corea del Sur (5º con 28 medallas, 13 de ellas de oro); Hungría (17, pero 8 de oro), Ucrania y Holanda (20, con 6 de oro) y hasta Irán (17º), Jamaica (18º), República Checa (19º) y ¡Corea del Norte! (20º), todos ellos con 4 de oro. Sin comentarios.

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