En un día como éste, cuando el presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional ha leído la sentencia por la matanza de Madrid del 11 de marzo de 2004, quizá se esperaba otra declaración institucional del presidente del Gobierno. Bueno, quizá lo esperaban algunos, pero Rodríguez Zapatero ha optado por no avivar la crispación y por lanzar un mensaje de unidad y de olvido de viejas rencillas. Pero, eso sí, con una petición expresa al acatamiento de la sentencia, la cual, sin duda, no ha gustado a muchos ‘conspiracionistas’.
Serio, como corresponde a las circunstancias, pero con cara de perdonavidas –realmente, ha rehusado entrar con la estocada al PP-, Zapatero ha destacado el funcionamiento ejemplar de las instituciones, en el hecho de que “los ciudadanos pueden confiar en la fuerza de la ley y en el trabajo leal de los que tienen que aplicarla”.
Sus primeras palabras fueron, por tanto, de reconocimiento y agradecimiento a todos los que han puesto su trabajo en el esclarecimiento de los hechos, a la intensa labor de los órganos juridiscionales en el proceso, el juicio y la sentencia, a todas las instituciones que “han llevado a cabo la averiguación imparcial de la verdad”.
Las palabras de Zapatero han sido especialmente cariñosas para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, para los jueces, los fiscales y el personal de Justicia, cuyos comportamientos “han sido ejemplares. Todos los españoles podemos sentirnos orgullosos de ellos”. Y ha destacado especialmente que éste, un atentado de la magnitud del del 11-M en Madrid, “ha sido el juicio más rápido, con mayor número de imputados y condenados que se han celebrado en el mundo”.
Para el presidente del Gobierno, son datos que “han demostrado la gran fortalece que tiene en nuestro país el estado democrático de derecho”, y ofrece una idea precisa de que ésta es la respuesta que “han tenido, tienen y tendrán cuantos intenten alterar por la fuerza la libre convivencia de los españoles”.
La segunda parte de la intervención presidencial, en la que Rodríguez Zapatero no admitió preguntas, fue para, con palabras muy medias, reconocer que la barbarie del 11-M “ha dejado un profunda huella de dolor en la memoria colectiva”, pero que España es un país fuerte que ama y defiende la libertad y que mira al futuro con confianza.
Y en ese contexto, Zapatero hizo un llamamiento a las fuerzas políticas y al conjunto de la sociedad “para que trabajemos unidos en la lucha contra la amenaza terrorista”. “Hoy se ha impartido justicia y sobre esta justicia tenemos que mirar hacia delante fortaleciendo la mejor convivencia entre nosotros”, dijo Zapatero, en una especie de juicio final, dirigido, sin duda hacia todos los que han mantenido la teoría ‘conspiracionista’.