Andalucía

Que tomen nota

Por Andrés Aberasturi

Lunes 29 de junio de 2015
El repaso de Junkers, presidente de la Comisión Europea al Gobierno griego, ha sido antológico. Ha explicado el esfuerzo de las instituciones de la UE para tratar de contentar a los representantes helenos: desde los niveles de representación –nada de tecnócratas según querían los griegos- hasta dejar claro para todos y que nadie se confunda que "nuestra oferta (la de la UE) no es un estúpido paquete de austeridad, no rebaja salarios y no rebaja las pensiones y eso hay que dejarlo claro". Pues claro está como claros están los millones que entre todos hemos inyectado a la economía de un país que no quiso o no pudo remar junto al resto. Es posible que la política de la UE para salir de la crisis esté equivocada o no sea la más conveniente; unos defienden la contención y otros el gasto pero, equivocada o acertada, es la que es, la que se ha adoptado por la mayoría y a la que todos nos hemos sometido. Podremos discutir, insisto, si esa era la salida y si ese “todos” venía o no impuesto por Alemania. Lo podemos discutir y disentir, pero las cosas son como son y no se puede gobernar contra los intereses de todos, contra el sacrificio de muchos.

Junkers, en su intervención, se ha preguntado de dónde venía realmente el chantaje, la amenaza y los desplantes, si de la instituciones europeas o del gobierno griego. Y la respuesta parece evidente. El populismo de Tsipras prometiendo lo imposible le llevó a los altares de poder y desde el poder se inició un pulso absurdo lleno, además, de puntuales demagogias. Varió un poco su discurso, pero al final, y seguramente acuciado por sus votantes, decidió jugarse todo a una carta y rompió la baraja.

La vieja alternativa entre morir pie o vivir de rodillas, es válida cuando la decisión es personal y extrema. Pero no es el caso aunque el gobierno deAlexis Tsipras se empeñe en llevar las cosas a ese punto, lo que significa, a su vez, llevar a su pueblo a un desastre del que tardará muchas décadas en recuperarse. No se trataba de vivir de rodillas sino de empezar a recomponer una política económica desastrosa en la que apenas se pagan impuestos, las jubilaciones son escandalosas, el empleo público desmedido y todo lo que se quiera añadir. Y eso es así nos guste o no y, nos guste o no, un país endeudado hasta las trancas y que no puede pagar las nóminas de sus funcionarios si no recibe ayuda y que ha puesto en marcha el famoso “corralito”, lo que no puede, por ejemplo, es readmitir a todos los empleados públicos despedidos en los primeros ajustes o reabrir la televisión pública. Hay cosas que están fuera de la lógica, que carecen de sentido y que sólo son fruto de anteponer el populismo del partido a los verdaderos intereses nacionales.

A mí no me gusta esta Europa del euro y creo que se podrían haber hecho las cosas de otra forma. Pero si no, si todos en el club –me da igual las razones- han decidido seguir una política, no vale que un miembro se niegue a pagar su cuota y menos aun recibiendo todos los servicios que ha recibido. Sólo Inglaterra va por libre en Europa. Pero claro, es Inglaterra y lamentablemente Grecia está muy lejos de tener el paso que tiene el Reino Unido. ¿Que se necesita cambiar el modelo? Bien, cámbiese. Pero no va a ser Tsipras el que gane de momento esa batalla; más bien al contrario. Que tomen nota los que crean que deben tomarla.