Fernando Franco Jubete | Martes 17 de diciembre de 2013
El sostenimiento de la agricultura y la industria agraria durante los
cinco años de crisis y el aceptable acuerdo de la nueva PAC nos permiten
albergar la esperanza de una positiva evolución del sector agrario en los
próximos años. Todos los que vivimos la agricultura estamos observando el
retorno de jóvenes, en algunos de nuestros pueblos, expulsados por la pérdida
de empleo en la construcción, la industria o los servicios. La posibilidad de su incorporación a las
actividades agrarias como agricultores a título principal, ante las nuevas
expectativas que puede ofrecer la obligada cesión del pago único por numerosos
perceptores de ayudas sin actividad real, es una esperanza para un futuro
innovador y tecnológico.
En Castilla y León son
23.000 los perceptores de ayudas de la
PAC que, no solo no son agricultores, sino que no compran
inputs ni venden productos agrarios, es decir, aunque sean propietarios de
tierras no realizan actividad real alguna. En la mayoría de los casos la cesión
del pago único se resolverá por un simple cambio de contrato pero también
podría permitir la incorporación de nuevos agricultores.
El campo
castellanoleonés ha perdido 475 agricultores y ganaderos en el último año, lo
que significa una caída del 1,12 %, casi el doble de la media nacional del
0,66%. En los poco más de cinco años de la crisis, desde enero de 2008
hasta agosto de 2013, 7.675 profesionales agrarios han dejado de cotizar a la Seguridad Social
por la actividad agraria, lo que significa una disminución de cotizantes
superior al 15 por ciento, una pérdida media de activos de más de 1.200
cotizantes por año y de más de cuatro cotizantes por día.
Durante los últimos treinta años el campo
español ha ido envejeciendo progresivamente hasta tal punto que, en el
año 2010, según datos de la
Comisión Europea, solamente el 5,3% de los agricultores
españoles se encontraban por debajo de los 35 años de edad, mientras el 56,3%
sobrepasaba los 55 años. Es decir, tenemos 10 agricultores mayores de 55 años
por cada agricultor menor de 35 años. Analizando los datos del FEGA, relativos
a las ayudas directas percibidas por los agricultores y ganaderos en el
ejercicio 2012, solamente el 3,4% de los beneficiarios tienen menos de 35 años
mientras el 63,4% de los perceptores tienen 55 años o más. Esta situación se
reproduce de forma similar en el conjunto de la Unión Europea ya que,
según Eurostat, uno de cada tres jefes de explotación tiene más de 65 años (4,5
millones de agricultores) y, en consecuencia, muchos de ellos se jubilarán
próximamente.
España,
con un paro juvenil, derivado de la crisis, del 54,7%, necesita promover empleo
con urgencia, no sólo porque se lo exige la UE para lo que ha concedido 1.800 millones de
Euros, sino para conseguir que la mayoría de nuestros jóvenes encuentren su
futuro en su propia tierra. El sector agrario puede cumplir actualmente este
objetivo de retener a muchos jóvenes en el medio rural consiguiendo, al mismo
tiempo, promover el relevo generacional, el rejuvenecimiento profesional y la
innovación tecnológica. Los jóvenes están respondiendo, porque en el último año
se han incrementado en un 79% las solicitudes de incorporación al sector
agrario, lo que demuestra un interés sin precedentes para acceder a la
profesión de agricultor y ganadero.
Para
conseguirlo, el gobierno de España y los de las Comunidades Autónomas tienen
que resolver los problemas a los que tienen que enfrentarse los jóvenes que
pretenden incorporarse, comenzando por eliminar las dificultades
presupuestarias de ambas Administraciones que retrasan los pagos de ayudas a la
incorporación durante años. Pero también decisiones que les permitan superar la
permanente situación de incertidumbre que afecta a las actividades agrarias y
en particular a la ganadería, el acceso a la tierra y al crédito y la baja
rentabilidad, empeñándose en conseguir la regulación y estabilización de los
mercados agrarios, que no ha afrontado con decisión la nueva PAC. No menos
importante debe ser el establecimiento de beneficios fiscales para los jóvenes
que se incorporen a la actividad agraria y, en especial, a los que vivan en el
medio rural, porque supondría reconocer política y socialmente el servicio que
van a cumplir.
El potencial productivo de las
actividades agrarias, generador de riqueza y empleo, no sólo en la propia
producción primaria, sino también en toda la cadena de valor que incluye a la
industria agroalimentaria, al comercio, a la hostelería e incluso al turismo y
la gastronomía, sólo puede desarrollarse y progresar en España y, más aun en
Castilla y León, empeñándose, con decisión y con todas las medidas necesarias,
en la incorporación actual de los jóvenes a la agricultura.
Fernando Franco Jubete. Ingeniero
Agrónomo, profesor de la
Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia.
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