Raúl Heras | Lunes 16 de diciembre de 2013
Quieran o no quieran, les guste o no, lo digan o se
callen, la verdad en este final de 2013 es que todos los líderes políticos
están atrapados en el Laberinto catalán y tendrán que ver como sale cada uno de
ellos del mismo en 2014, y por supuesto, como sale España y una parte tan
importante de ella como es Cataluña.
Los cinco partidos que presentaban en el palacio de la
Generalitat las dos preguntas del futuro Referéndum y la fecha del mismo, desde
los dos que integran CIU hasta los más radicales de la CUP, pasando por los
republicanos de ERC y los neocomunistas de
IU, son conscientes que si Artur Más se presenta en el Congreso de los
Diputados con ese plan le ocurrirá lo mismo que le sucedió al lendakari
Ibarretxe: regresará con un rotundo no a Barcelona, y que el Tribunal
Constitucional les dirá lo mismo si llega el caso. por lo tanto esas dos vías
aparecen cerradas y no parece probable que intenten ir por ese camino.
Los otros senderos posibles son los siguientes:
aprobación por amplia mayoría en el Parlament de las preguntas y la fecha e
inicio de una larga campaña en busca de un hipotética sí mayoritario mientras
se " negocia" con el gobierno de Mariano Rajoy una transferencia de
" legalidades" poco menos que imposible. Y si ese camino desemboca en
la imposibilidad legal y material de realizar el Referéndum ese 9 de noviembre
de 2014, utilizar esa fecha para ir a las urnas en busca de un respaldo popular
mayoritario con el que afrontar los siguientes pasos, que tendrían que darse,
necesariamente, no dentro de Cataluña y España, sino en el exterior, en otros
ámbitos políticos y jurídicos y con los tiempos de actuación y "
resultados" mucho más alejados.
Mientras tanto es difícil, con tantas elecciones
municipales, autonómicas y generales que estarían por medio que esos mismos
cinco partidos mantengan su unidad de actuación en este tema e incluso que
mantengan a sus actuales líderes. Las relaciones entre la Convergencia de Artur
Mas y los herederos de Jordi Pujol con la Unió de Duran i Lleida son más que malas
y pueden terminar con la faro citación de la segunda por la primera o la
separación en dos partidos, con las consecuencias electorales que ello tendría.
Algo parecido puede ocurrir entre las formaciones que constituyeron la Entesa
en Cataluña, mientras que los emergentes ERC y Ciutadans pueden romper la
actual dinámica de los grandes partidos por su " influencia" en los
resultados de CiU, del PSC y del PP catalán. Demasiadas incógnitas y posibles
cambios para un proceso que se alargara en el tiempo y en las situaciones
políticas, económicas y sociales de Cataluña y España.
El gobierno de Mariano Rajoy, mientras tanto, puede
esperar a nuevas fases del "pronunciamiento" , que es lo que parece
que está dispuesto a hacer, o actuar de inmediato si llegara a la conclusión
que con la rueda de prensa de los cinco partidos, en la sede del gobierno
autonómico, y con la fecha y las preguntas sobre la mesa, ya se ha incurrido en
uno de los supuestos que contempla el artículo 155 de la Constitución por
" atentar gravemente a los intereses generales de España". Tan sólo
tendría que " avisar" al gobierno de la Generalitat y llevar el tema
al Senado, en el que cuenta con un 60 por ciento de los votos, mayoría más que
suficiente para suspender la autonomía y " gobernar" desde Madrid.
En la espera, se celebrarán en la Primavera las
elecciones europeas y se verán las fuerzas y apoyos políticos de cada uno de
los protagonistas, y de los resultados no sólo se sacaran consecuencias hacia
el exterior de las formaciones, también habrá movimientos internos que pueden
volver a cambiar los equilibrios institucionales en la salida del Laberinto
catalán. Una salida que es necesaria y que debería plantearse y ejecutarse
dentro del actual sistema constitucional, con los cambios en la Carta Magna que
sean necesarios antes de que todo el sistema se pudra desde dentro por la
cerrazón de los dos grandes partidos, que son hoy por hoy los únicos que pueden
abordar el problema.
Los meses que van de mayo a noviembre serán los que
determinen el futuro del Referéndum y el futuro de las relaciones de Cataluña
con el resto de España. Y no sólo de Cataluña, también de Euskadi y del resto
de las 17 Autonomías, ya que es muy difícil que alguna de ellas, llegados a
este punto de sus respectivos Estatutos y sus sucesivas reformas, quiera ser
menos que cualquiera de las otras, ya tenga o no idioma cooficial y fiscalidad
diferente.
En esos seis meses puede haber disolución del Parlament,
aplicación del artículo 155 de la Constitución, cambios decisivos en los liderazgos
de los partidos, actuaciones judiciales y financieras que modifiquen los
escenarios. Y, por supuesto, una nueva Europa con una " nueva"
Alemania que incida en la salida global de la crisis y en la particular de
nuestro país. Ya se sabe que las penas, con pan, son menos. Algo que ocurre
también en la vida política.
Y después de ese tiempo, sin solución de continuidad,
estaremos ya metidos en otro periodo de noviembre del 2014 a mayo del 2015, en
la larga, complicada, dura y decisiva campaña para las elecciones municipales y
autonómicas, con todo lo que conllevan de luchas internas por los puestos en
las listas, los cambios en gobiernos regionales y ayuntamientos, los nombres
que aparecen y desaparecen, y en nuevos posicionamiento de los distintos partidos.
Y si se agota la actual Legislatura nacional, de ese nuevo mayo a otro
noviembre con las elecciones generales como final de ruta.
Si se mira ese " paisaje político" y se ve a
todos los protagonistas que deambulan por sus caminos, se descubre que el Laberinto
catalán está dentro de otro Laberinto mayor que es el de la propia España. Y
que sí salimos de este último habremos salido todos, los que viven en
Catalaluña y los que viven en las otras 16 Autonomías, del que se ha ido
construyendo con los viejos materiales de hace 300 años durante los 35 de
nuestra democracia, con los aciertos y errores, las ambigüedades y las certezas
de los gobiernos de Madrid y Barcelona.
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