Roberto C. López | Jueves 26 de septiembre de 2013
Durante todo este mes,
podemos observar por nuestras ciudades, una especie humana que espero pronto se
extinga. Es fácil de identificar, por su edad comprendida entre los 18-25 años,
su cara marcada con una gran "N" y por deambular por las calles en pijama y con
la ropa interior por fuera del pantalón.
Miles de jóvenes durante
estos días empiezan la universidad, muchos/as de ellos/as en un entorno que no
conocen y lejos de sus familiares y amistades de la infancia. No es fácil ese
periodo de transición de salir de tu casa y tu entorno, para empezar tu carrera
académica, en una facultad que no conoces y con gente con la que no has
interactuado en la vida.
Nada ayuda, la estúpida
tradición de las novatadas, sobre todo en los casos más extremos que atentan
contra la dignidad de las personas. Algunas, resultan ser bromas inocentes,
otras bromas de mal gusto, y finalmente las que traspasan la delgada línea que
separa a las personas de los animales.
Las novatadas se justifican
en la tradición y en favorecer la integración de los y las jóvenes de primer curso. No podemos justificar
como tradición, comportamientos que implican humillación, abuso y falta de
respeto.
Por suerte, nuestro
código penal va evolucionando en este sentido recogiendo sentencias que marcan
que las prácticas más extremas pueden ser consideradas constitutivas de un
delito contra la integridad moral. Además, existen organizaciones y movimientos
juveniles que luchan por erradicar estas prácticas y acabar de una vez por
todas con una tradición que supone la peor de las bienvenidas a su etapa
académica.
¡Ninguna tradición por
encima de la razón!
Roberto Carlos López
Martín. Presidente del Consejo de
la Juventud de Castilla y León.
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