Andrés Aberasturi | Domingo 22 de septiembre de 2013
Recuerdo algunas entrevistas con José Luis Corcuera cuando era un
sindicalista batallador y contundente, dos características que, para
bien y para mal, ha conservado a los largo de su vida atemperadas quizás
ahora con el paso de los años. La polémica le ha acompañado siempre y
uno recuerda la famoso Ley de la patada en la puerta que los medios
bautizaron con su nombre -la "Ley Corcuera"- cuando era ministro del
Interior y que el Constitucional tuvo que atemperar o el incidente en la
Feria de Abril cuando fue denunciado por la policía local y tuvo que
abonar 300 euros tras una sentencia condenatoria.
Corcuera
pertenece a esa generación y a ese grupo de socialistas capaces de casi
todo y que ahora, de vez en cuando, dicen cosas que explotan como bombas
fétidas frente a la cara impasible un PSOE que no entienden como "el
suyo". Quizás -eso es cosa mía- porque realmente ya no lo es. El caso es
que aunque ha ocupado algunos comentarios, la intervención atropellada
del jubilado Corcuera ante Chaves y Pere Navarro, estuvo
llena de coherencia porque dijo los que muchos pensamos en la izquierda y
no digamos en la derecha. Luego le llamaron de otra cadena y desde
ahora, ya lo verán, será habitual en las tertulias porque Corcuera, para
bien o para mal, siempre ha dado mucho juego y dice lo piensa. Pero
vayamos a sus últimas intervenciones.
Nos estamos moviendo -con
seis millones de parados al fondo- en una retórica llena palabras
huecas, de frases altisonantes que carecen de contenido o, peor aún,
cuyos posibles contenidos resultan por lo menos dudosos e indefinidos.
¿Pero qué dijo en resumen Corcuera? Pues cosas muy importantes: que la
Constitución está para ser cumplida, que las enormes dificultades para
cambiarla las puso precisamente el PSOE en su momento, que cuando la
derecha ataca la Constitución es porque son fascistas pero cuando es la
izquierda quien la desprecia ¿son demócratas de toda la vida? Se
preguntó y preguntó a unos atónitos Chaves y Navarro qué broma es esa
del "derecho a decidir", ¿a decidir qué? y que en todo caso tanto
derecho tenía él a decidir en Cataluña como Pere Navarro a decidir en
España. Y añadió algo inquietante: "¿Por qué no decimos la verdad?"
Y
por si no fuera bastante metió el dedo en el ojo de este PSOE de ahora
cuando preguntó "¿Qué es esto del estado federal? ¿Qué artículos hay que
cambiar de la Carta Magna para dar pie al estado Federal?" Y concluyó
afirmando que "sería muy conveniente que mi partido tuviera muy claro
qué es el Estado Español; en esto no hay bromas"
Así están las
cosas y Corcuera no es un tipo raro que está en el PSOE por casualidad
ni en la vida diaria de un jubilado ajeno a otros muchos ciudadanos.
Todas esas explicaciones que pidió Corcuera las estamos pidiendo muchos y
las únicas respuestas que nos dan están tan vacías como las frases que
ahora se manejan, como las cartas que ahora se cruzan, como las
acusaciones que ahora se hacen. Pero pese a que quieran disfrazarlas con
toneladas de retórica, creo que esa pregunta del ex ministro -"¿por qué
no decimos la verdad?"- sigue llenando de inquietud a la mayoría de los
españoles de buena voluntad. La verdad sobre el derecho a decidir, la
verdad sobre lo que sería el estado federal, la verdad sobre si el PSOE
cree o no en la unidad de España, la verdad sobre si carteándose Mas y Rajoy se puede llegar a algo. La verdad, esa eterna viaja aspiración de todos que nunca llega a la calle.
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