Fernando Franco Jubete | Miércoles 15 de mayo de 2013
Los políticos en algún momento
fueron personas normales de la calle, con sus ideas, su conciencia y sus
afectos. Pero para ser políticos tuvieron que aceptar su renuncia a todo ello,
a todos sus principios, para asumir lo que les mande el partido, es decir, lo
que les ordene el que manda más que ellos en el partido. Lo puedo entender en
políticos sin formación o formados en el seno del partido desde sus ramas
juveniles o nuevas generaciones. No puedo comprender que dos catedráticos
prestigiosos de la Universidad de Valladolid, incorporados a la política por su
admirable trayectoria profesional, acepten lo que les impongan los políticos
del Partido Popular de Salamanca, en contra de sus decisiones legislativas
establecidas en su divulgado "Borrador de Decreto de Ordenación de las
Enseñanzas de Grado y Master en el ámbito de la Comunidad de Castilla y León".
Un Decreto que regularía el mapa de titulaciones, eliminaría las repeticiones
de títulos sin demanda y establecería criterios para la concesión de nuevos
títulos. Debería haberse publicado en abril para cumplir con los compromisos
derivados de la necesidad de racionalizar la universidad española planteada por
el ministro Wert y a partir de dicha publicación, las universidades podrían
solicitar nuevas titulaciones.
Pero
en vez de publicar el Decreto el Consejero de Educación y el Director General
de Universidades, en la reciente Comisión Académica del Consejo de
Universidades han aprobado nuevas titulaciones repetidas: el Grado de
Fisioterapia a la Universidad privada Miguel de Cervantes (que ya existe en
Soria y Ávila), el Grado en Informática a la universidad privada de Segovia (que
ya existe en Valladolid) y lo más indignante, el Master en Ingeniería
Agronómica a la Universidad de Salamanca cuando ya existe en las Escuelas
Agrarias de León y Palencia y en las universidades privadas Católica de Ávila y
Miguel de Cervantes.
Afirmo
que es lo más indignante, no sólo porque el Máster en Ingeniería Agronómica ya
se oferta en dos universidades públicas, y no es de recibo que en el marco
actual de contención del gasto público, recortes y crisis económica, la Junta
de Castilla y León permita su implantación en Salamanca, una universidad
endeudada cuya deuda tenemos que pagar todos, sino porque la "racionalización
de las enseñanzas agrarias" fue priorizada por la Consejería, dada la existencia
de diez centros y la insostenible situación de varias titulaciones repetidas y
con menos de 35 alumnos, la cifra de la sostenibilidad establecida en el
Decreto. Es lo mismo, la Universidad de Salamanca lo tiene claro y ya ofrece en
su web el Master en Ingeniería Agronómica para el curso 2013-14, evidentemente
fruto del respaldo político que la avala y que va a seguir desordenando las
enseñanzas universitarias en Castilla y León. Pero no hay problema porque aquí
bastan quince alumnos para rentabilizar un Master. ¿Y José Ignacio Wert qué
piensa de esto?
A
Juan José Mateos, Consejero de Educación, y Ángel de los Ríos, Director General
de Universidades, se les valora y aprecia en la Universidad de Valladolid como
profesores y por su etapa como vicerrectores, no sólo porque es un orgullo
tener dirigentes políticos entre los compañeros de profesión. A Ángel,
palentino de Osorno, más aun en Palencia y especialmente en la Escuela de
Ingenierías Agrarias, por su dedicación a la economía agraria. Ambos son, quizá
han sido hasta esta irracional decisión, dos valores seguros y fiables en la
política universitaria de Castilla y León. Para los compañeros que como yo les
hemos admirado siempre, aunque estamos acostumbrados a vivir la decepción que
cotidianamente nos producen los políticos y a padecer crisis de indignación por
sus decisiones, ya sólo nos queda exclamar la célebre frase de Julio César:
¿Pero vosotros también, compañeros míos?
Las
decisiones de la Comisión Académica del Consejo de Universidades aprobando
titulaciones sin ordenación ni mapa de titulaciones repite lo de siempre:
desaparece cualquier criterio de racionalidad universitaria y económica para
imponerse las influencias sociopolíticas con independencia de que se perjudique
seriamente a una universidad pública. En este caso a las Universidades de
Valladolid y León que imparten las titulaciones aprobadas. ¿Tiene sentido en
los tiempos que vivimos una decisión tan irracional que perjudica a la
credibilidad de la Junta de Castilla y León? ¿Tiene sentido esta irracional
decisión que demuestra que la manipulación política se impone una vez más y que
daña seriamente al PP?
Espero que el pleno del Consejo de Universidades evite este
despropósito irracional.
Fernando Franco Jubete.
Ingeniero Agrónomo, profesor de la Escuela Técnica
Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia.
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