Montse Serrador | Lunes 03 de diciembre de 2012
El campo ha hablado este domingo y lo ha hecho con claridad.
Las elecciones a cámaras agrarias han ratificado el liderazgo de Asaja, que
mantiene su posición con casi el 40 por ciento del electorado, pero se ha visto
apeada de dos cámaras agrarias, la de Salamanca (con ello contaban) y, para
sorpresa de todos, la de Valladolid. Pasan, por lo tanto, de presidir cinco
cámaras a quedarse con tres. Es cierto que estos organismos camerales son un
caramelo envenenado que casi es mejor no tocar, pero también lo es que en estas
dos provincias los agricultores y ganaderos han preferido el cambio y eso es
algo que Asaja está obligada a analizar.
La Alianza por el Campo, integrada por UPA y COAG, se
convierte en la segunda organización
agraria de Castilla y León, con dos cámaras agrarias, y desplaza a la Unión de
Campesinos de Castilla y León. Lo que en principio podría parecer un buen
resultado, no debe hacer olvidar que es una suma de dos fuerzas las que ha
aupado a esta coalición a esa segunda posición, una suma en la que, por cierto,
pierden porcentaje. Hay que reconocer, no obstante, que el sector ha aprobado
esa unión de fuerzas, necesitado como está de unificar esfuerzos en torno a las mismas reivindicaciones.
La sorpresa de estas elecciones a cámaras agrarias la ha
dado UCCL. Ni ellos mismos podían imaginar que conseguirían la cámara de
Valladolid, lo que les hace ser la formación agraria con mayor representación
en cuatro de los cinco organismos camerales. Partían con el viento en contra
que supone tener en frente a La Alianza, que se ha volcado en estos comicios, y
con una estructura de organización que sigue sin tener el suficiente apoyo nacional.
El propio coordinador regional, Jesús Manuel González-Palacín, no podía
disimular en la noche del domingo su entusiasmo por unos resultados que
avalaban la gestión de esta organización.
El campo ha hablado y ha vuelto a demostrar que su primer
interés es contar con unas organizaciones que solucionen sus problemas del día
a día, que sean reivindicativas, sí, pero, sobre todo, buenas gestoras. El
campo no quiere saber nada de ideologías y sí de pragmatismos. Por eso, allí
donde un sindicato agrario está asentado y, sobre todo, resuelve, como Asaja en
Palencia, COAG en Zamora o UCCL en
Burgos, el apoyo está garantizado. Las cuestiones ideológicas nunca tuvieron
demasiado peso, pero ahora se han difuminado todavía más en busca de un único
objetivo: la rentabilidad de las explotaciones, grandes o pequeñas, aunque
mejor cuanto más grandes.
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