Fernando Franco Jubete | Lunes 19 de noviembre de 2012
La transformación del sistema
universitario de Castilla y León, con una aproximación integradora de las
cuatro universidades públicas que permita la especialización de la oferta de
titulaciones de todos sus campus, con criterios compartidos de oferta global,
debería ser uno de los objetivos prioritarios de la etapa de cambios sin
financiación que se están afrontando en el proceso de Bolonia. Porque el
Espacio Europeo de Educación Superior no lo han utilizado las universidades
para transformar la oferta de titulaciones y evitar las repeticiones entre
campus próximos o incluso limítrofes, sino para adecuar los estudios que
impartían a las nuevas normativas. La flexibilidad y autonomía que ofrecía el
proceso provocó que cada centro universitario actuara por su cuenta y según los
criterios de su dirección y profesorado y acabase ofertando unas titulaciones
de grados y masteres, tras ligeras correcciones por la Agencia Nacional de
Evaluación de la Calidad y Acreditación, cuyos titulados van a salir a un
mercado de trabajo que lo ignora todo sobre su formación y conocimientos. Y lo
que es peor, la enorme diversidad en las denominaciones de los títulos,
precedidos por "grado" o "master universitario", palabras que la sociedad y los
empleadores desconocen y cuya integración no han afrontado los colegios
profesionales, supone el más serio conflicto al que se van a enfrentar los
futuros titulados. Porque la eliminación del catálogo oficial de títulos
establecidos por el Ministerio de Educación, para implantar un nuevo catálogo
en el que se primaría la actual autonomía universitaria en el diseño de
títulos, no parece razonable.
El Ministerio tendría que elaborar el nuevo
catálogo acompañándolo por un diccionario de sinónimos en las denominaciones y
de equivalencias en las atribuciones. Es más, no tiene sentido ni siquiera
desarrollarlo e intentarlo implantar en contra de lo que conoce y admite la
sociedad española, la europea y el mundo entero. Les pongo un ejemplo.
Ingeniero es una profesión reconocida en todo el mundo incluyendo los
conocimientos, capacidades, aptitudes, habilidades y destrezas de los
profesionales que ejercen en cada una de sus especialidades. Las recientes
normativas europeas sobre competencia han generalizado atribuciones y
potenciado la denominación. Por otra parte las grandes escuelas francesas han
ignorado Bolonia y mantienen sus titulaciones. Por todo ello, no tiene ningún
sentido que un ingeniero Agrónomo egrese en el plan Bolonia denominándose
Master Universitario en Ingeniería Agronómica con el desprestigio adicional que
tienen los másteres en España. Afortunadamente los cuatro rectores de las
universidades públicas de Castilla y León coinciden en la necesidad de volver
al actual catálogo de títulos.
En el reciente I Foro
Universidades "Bolonia, tres años después", organizado por el diario El Mundo
de Castilla y León, la Consejería de Educación y la Fundación Universidades de
Castilla y León, y celebrado recientemente en Palencia, en la Casa Junco, sede
de la Universidad en Palencia y marco de celebración del 800 aniversario de la
creación de la primera universidad española, se plantearon muchas más críticas
al proceso de Bolonia. Una reunión excepcional con la presencia del Consejero
de Educación Juan José Mateos, el Director General de Universidades Ángel de
los Ríos, los Rectores de las cuatro universidades públicas, Alfonso Murillo de
Burgos, José Ángel Hermida de León, Daniel Hernández de Salamanca y Marcos
Sacristán de Valladolid y la directora de la Agencia de Calidad del Sistema
Universitario Elena Tejedor. Todos ellos coincidieron en expresar la necesidad
de la reforma, fundamentada en la renovación metodológica y de la práctica
docente, pero en el momento económico más inadecuado de la crisis, que puede
poner en peligro el desarrollo de un nuevo sistema universitario diseñado en
época de vacas gordas.
Si hubiese estado presente algún
alumno en el Foro, con toda seguridad hubiese planteado en el coloquio una
crítica a la asistencia obligatoria a clases, la constante presentación de
trabajos y la evaluación continua. Para alguno de los rectores es uno de los
principales cambios y ventajas: conseguir la profesionalidad del estudiante,
que debe cumplir obligaciones cotidianas y objetivos semanales, modificando
radicalmente el modelo más negativo de estudiante universitario, el que vive
feliz todo el año y se lo juega todo a la única carta de junio. Sin embargo, el
modelo debería flexibilizarse, particularmente en los másteres, para permitir el acceso y el seguimiento del
curso de estudiantes con obligaciones laborales, sin dejarlo al criterio
transigente del profesorado.
Evitar el desánimo del
profesorado, ante la burocratización insufrible, las amenazas de desaparición
de grados y másteres repetidos y con pocos alumnos, la carencia de medios para
docencia e investigación, la pérdida de profesorado asociado, fue una de las
mayores preocupaciones que manifestaron los rectores en sus intervenciones.
Quizá por ello, en el coloquio salió a debate la racionalización del mapa de
titulaciones que la Consejería de Educación no se decide a publicar porque
pretende que sean las universidades conjuntamente las que decidan la
especialización de cada uno de sus campus en grados y másteres, aceptando la
eliminación de los repetidos en varios campus. Hoy, despejar definitivamente
esta incógnita ya se ha convertido en una necesidad urgente.
Fernando Franco Jubete.
Ingeniero Agrónomo, profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías
Agrarias de Palencia.
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