Luis del Olmo | Miércoles 04 de julio de 2012
Por las nubes. Así está la deuda de
nuestros aeropuertos. Las pérdidas en 2011 ascienden a 220 millones y las
deudas acumuladas rondan los 15.000 millones de euros.
De los 49 aeropuertos que gestiona AENA,
solo 10 han presentado beneficios, 4 aeropuertos peninsulares (Alicante, Bilbao,
Sevilla y Valencia) y 6 insulares (Palma de Mallorca e Ibiza en Baleares y
Fuerteventura, Lanzarote, Gran Canaria y Tenerife Sur en Canarias).
El aeropuerto más rentable es el de
Palma de Mallorca con 44,6 millones de beneficios. Y las mayores deudas están
en los aeropuertos de Madrid y Barcelona, a causa de los gastos de amortización
de las nuevas terminales.
Claro que peor lo tienen otros
aeropuertos sin pasajeros, como el clausurado de Ciudad Real, o el no
inaugurado de Castellón. Obras faraónicas que se hicieron en el frenesí de la
construcción y que solamente han servido para enaltecer el derroche. Entre unos
y otros se encuentran 28 aeropuertos que tienen más deudas que activos, lo cual
quiere decir que estarían en quiebra si perteneciesen a la iniciativa privada.
La deuda por las nubes y los
beneficios, por los suelos. Menudo panorama. El futuro no es esclarecedor, todo
lo contrario. Ha caído el tráfico de
pasajeros y ha crecido el déficit. Bruselas ha puesto el grito en el cielo, y la ministra
de Fomento, Ana Pastor, ha tenido que presentar un Plan de Eficiencia
Aeroportuaria que reducirá horarios en 17 terminales de pequeño tamaño, como
paso previo a su cierre. El Ministerio de Fomento ya no es lo que era, se
terminó la era de construir por construir, ahora ha llegado el tiempo de
recortar porque no hay más remedio.
Sumando los que no gestiona AENA,
España tiene un total de 53 aeropuertos. Gran Bretaña e Italia no llegan a los
40, y Francia y Alemania no llegan a la treintena. Así no pueden salir las
cuentas nunca. Los únicos aeropuertos que se salvan de la quema son los de las
zonas de mayor densidad turística, y todo lo demás son ganas de tirar el
dinero. No puede sostenerse un aeropuerto como el de Huesca que, entre enero y
mayo, transportó a 78 pasajeros, es decir, uno cada dos días. Con eso no se
paga ni el recibo de la luz.
Nuestros aeropuertos son aerotuertos. Un monumento a los excesos electorales
cometidos en la época del despilfarro. Y ya no podemos permitirnos ese lujo.
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