Orgullo y satisfacción

A nadie se le escapaba que había cierta preocupación por cómo respondiera la ciudadanía al primer Día de las Fuerzas Armadas de la era Rajoy y tras la polémica por el accidente de Botsuana. Si, a ello, sumamos la manifestación convocada por veinte colectivos de extrema izquierda y la ya habitual presencia, alejada, eso sí, del epicentro de la celebración, del 15-m, los motivos eran aún mayores.

Sin embargo, la realidad se ocupó de despejar todos los temores y, a última hora de la mañana, las autoridades de la ciudad y de la región se mostraban henchidas de orgullo, o de "orgullo y satisfacción", como ironizaban algunos.

En esta caso, las comparaciones no son odiosas y, tras la intervención del alcalde en el Palacio Real, era inevitable contraponer los aplausos y vítores a España, a la bandera, al himno y a los Reyes con recientes sucesos vividos en la capital de España.

El Rey, en aparente buen estado pese a su cojera difícil de disimular; la reina, saludando a diestro y siniestro; los Príncipes, atendiendo a los invitados hasta primera hora de la tarde; los manifestantes, alejados y sin superar los 600; las molestias de tráfico, las justas... En definitiva, un fin de fiesta que alejó las preocupaciones iniciales y que hizo que los políticos se sintieran felices de una labor que corresponde al trabajo de cientos de personas y a la respuesta de una ciudad que demostró el acierto de haberla designado sede de las celebraciones.