Ahora nos dicen que no toca subir los impuestos a las rentas más altas, porque a lo que parece las primeras cuentas salen con la sangría directa a jubilados, pensionistas y funcionarios. El liberalismo que se ha instalado en La Moncloa de la mano de Elena Salgado, Miguel Sebastián y los ministros menos comprometidos con el ideario -si es que sigue existiendo- del PSOE; para este sector del Gobierno es mucho más fácil manejar el Boletín Oficial del Estado para recortar a quienes dependen del estado que hurgar en los grandes beneficios de la banca y sus ejecutivos. No me quito de la cabeza las pensiones de cincuenta millones de euros de los altos empleados del BBVA y del Santander. Esta obscenidad no quiere ser contemplada por nadie en el Gobierno.
El caso es que los globo sondas están todo el día ascendiendo. Ahora se insinúa que habrá más subidas de impuestos, pero no a las grandes fortunas. Pero lo más preocupante es que a lo que parece todo esto más la reforma laboral no será suficiente para solucionar el problema de nuestro déficit y nuestra credibilidad.
Esta es una historia de reyes magos: hasta ahora creíamos que nos traían el regalo del estado del bienestar y de repente nos hemos despertado de un sueño.
Como ciudadanos sujetos de derechos los tenemos a que se nos diga exactamente cual es la radiografía de la tragedia. José Luis Rodríguez Zapatero carece de credibilidad porque es hijo de la maldición de su propio optimismo irresponsable. Pero si va a seguir siendo presidente del Gobierno, tiene la obligación de hablar de una vez por todas muy claro diciéndonos exactamente cual es el alcance de un problema que nos va a dejar congelados en el tiempo.