Carlos Penelas | Miércoles 22 de abril de 2015
Humpty Dumpty -Cuando yo empleo la palabra, significa con
exactitud lo que yo quiero que signifique, ni más ni menos.
Alicia -La cuestión es si Usted puede hacer que las palabras
signifiquen tantas cosas distintas.
Humpty Dumpty- La cuestión es quién manda, nada más...
Lewis Carrol en Alicia a través del espejo
De verdad - sin cinismo y con responsabilidad surrealista
- somos los creadores de Frankenstein.
Pero de un monstruo que cambia la piel, el lenguaje, los elencos estables, los
sobornos, las estadísticas, las manías. Y la manada nunca se equivoca. La turba
clama, se pone de rodillas, busca al líder, a la virgen, los resultados del
prode, las banderas y la enajenación. Y son felices. O creen serlo.
Por las dudas,
desconfiado leedor. La palabra nuncio proviene del latín: nuntios. Mensajero,
el que anuncia. Existe un verbo, nunciar; hacer saber, anunciar, notificar. La
voz entró con el italiano al castellano y al francés: nunzio. El de la Santa
Sede es un delegado apostólico. Pero, en lo político, en lo terrenal tenemos
nuncios por todas partes. Un poco desde la picaresca, desde el más acá. No sé
si mejores o peores. Pero los tenemos en las bibliotecas, en los hospitales, en
los palacios presidenciales, en los laboratorios, en los bancos, en los
supuestos gobiernos revolucionarios, en las financieras, en las tabernas. Siga
usted la lista, me cansé.
Vivimos una promiscuidad mental, una promiscuidad física.
Vivimos el populismo como una religión, entre el Gauchito Gil y la Madre María,
entre la Marcha de San Lorenzo y Los Muchachos Peronistas. Primera Comunión,
Reyes Magos y Montoneros. Oprobio, villancicos y balas. Hablan de lo nacional y
lo popular y llevan vidas suntuosas. Decimos Puerto Madero, Revolución o
Muerte. Uno queda perplejo ante tanto discurso "revolucionario". Tal vez desde
siempre fue así. Desde que se debía escribir en la escuela primaria: "Mi mamá
me ama. Evita me ama". En fin, todo es una gran confusión: casamientos,
revistas, fotografías en Hola, cDEFANGED_Onmovedores discursos a favor de la
igualdad, negocios privados, aviones particulares. Uno sospechó que en el siglo
XXI ciertos temas no existirían. Todo se ha vuelto vulgar y obsceno, banalidad
que invade de manera corriente cada gesto, cada nuevo hábito. El deseo no
existe, existe el poder, el discurso político, la afectación, la fachada;
simulacro, parodia. Sobre eso se montan mitos, leyendas, delirio, saturación,
desvergüenza. Vivimos el espejismo de la pasión, de lo otro, charlatanerías
prolijas y hasta correctas, pornografía en el arte, en la información, en las
estadísticas, en referencias de la vacuidad. El salón embellecido por luces y
adornos pueblerinos, acto escolar, todos puestos de pie para la entrada
triunfal de la maestra. Aplausos, admiración y gratitud. Enternecedor y asfixiante.
Aplausos, morir de pequeñez, apoteosis, tono subyugante, cDEFANGED_Onmovedora
la sonrisa. Teatralidad y simulación.
El fascismo de derecha sabemos qué es, qué representa. Lo
que nos negamos a ver es el fascismo de izquierda con sus poetas, artistas, profesores,
intelectuales, doblando la espina dorsal sin pudor, con anhelos apocalípticos o
rituales multitudinarios. Calladitos, tapaditos, grises. Pero siempre con el
culto a la personalidad, deformando lo real con políticas maquiavélicas,
creyendo -con un infantilismo ideológico impensable es este siglo- que si se
rebela la miseria, el despojo del hombre, se logra la revolución.
Apóstoles de iconografías y símbolos comparten la visión
polarizada del Estado. Y escriben o vociferan pueblo en un proceso que pocas
veces los tuvo en cuenta más que para hacer número. Además, desde un púlpito
sacro, discuten la democracia, la burguesía, el liberalismo. Sin terminar de
entender muy bien cada cosa. Confundiéndolo todo; a veces por ignorancia, otras
por mala fe.
La historia, la sociedad, crece en términos de complejidad e
incertidumbre. Baudelaire afirmaba que debíamos de ser sublimes sin
interrupción. Pero los muchachos ven hasta el borde del campamento y siente
hasta donde el bombo le da permiso. Por eso no se cansan de hablar de "la
cultura del vasallaje" o de "los intereses apatridas y globalizados". También
suelen recordar la "contaminación" de la música extranjera. Y enfrentan al
Teatro Colón con la cumbia, la ópera con la chacarera. En fin, hay más y en
todo se imponen las purgas, lo extranjerizante de Virgilio o de Dante. Pero no
la tradición judeo-cristiana o el Código Romano. Y allí están con banderas y
asados, argentinos más que nunca, nacionalistas con fijador o botulinum tipo A
los burócratas, los serviles, los obsecuentes. Uno se cansa, se agota.
Debemos recurrir a uno de los escritores suecos
verdaderamente brillante. Me refiero a Stig Dagerman. Leamos: "Ni necesito ni
deseo vuestra disciplina. En cuanto a mis experiencias, quiero hacerlas yo
mismo. Es de ellas y no de vosotros de donde sacar mi regla de conducta. Quiero
vivir mi vida. Me inspiran horror los esclavos y los lacayos. Detesto a quien
domina y me repugna quien se deja dominar. El que consiente en inclinar la
espalda bajo el látigo no vale más que el que lo azota. Amo el peligro y me
seduce lo incierto, lo imprevisto. Deseo la aventura y me importa un cuerno el
éxito. Odio vuestra sociedad de funcionarios y administrados, millonarios y
mendigos. No quiero adaptarme a vuestras costumbres hipócritas ni a vuestras
falsas cortesías. Quiero vivir mis entusiasmos en medio del aire puro de la
libertad. Vuestras calles trazadas con regla me torturan la mirada, y vuestros
edificios uniformes hacer hervir de impaciencia la sangre de mis venas. Ignoro
a donde voy. Y esto me basta."
Bueno, que uno se cansa, se harta, se siente agobiado.
Mienten, difaman, roban. Podemos hablar de cientos de cosas, buscar en la
historia contemporánea, en el asesinato de Nisman, en la compra de jueces, de
barras bravas, de hoteles, de narcotraficantes, de bulerias. Y recordar a las
tres A, al general y a Rucci, a Lorenzo Miguel. Evocar a Saúl Querido, Augusto
Timoteo, Cámpora (tío y lacayo), de la
Revolución Libertadora, de López Rega, de los hermanos Cardozo, del General
Osinde, de la P 2, de la gloriosa, de los goles de Angelillo, de Luis Elías. O
de Giovanni Dupré y las esculturas del palacio Chigi Saracini de Siena. O de
los diagnósticos médicos, de la salud pública y de la salud privada, del pánico
quirúrgico en el cirujano, de los gastos, de la SIDE, de Rajoy, de Vutton, de
Ahmadinejad, de el Mossad, ... Pecata minuta. No doy más.
Carlos Penelas
www.carlospenelas.com
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