Fernando Jáuregui | Lunes 20 de abril de 2015
Faltan todavía dos semanas para que comience oficialmente la
campaña electoral para las municipales y autonómicas y ya ve usted cómo anda el
patio. La 'bomba Rato' ha estallado en las playas del PP, causando más daños
que el desembarco en Normandía. Y lo curioso es que nadie, a estas alturas,
sabe muy bien cuáles son los cargos, y en qué cuantía, contra el hombre que
pudo haber sido presidente del Gobierno de España. Por lo que voy viendo, en
los círculos 'populares' reinan el desconcierto y la indignación, en paralelo,
por cómo se ha aireado el asunto, cámaras de televisión en el momento de la
detención incluidas: ¿quién ordenó la operación, quién la filtró a los medios
para que allí estuviesen todos, grabando a placer los peores momentos en la
vida de quien lo fue casi todo?
Ignoro, la verdad, qué efectos concretos tendrá esta bomba
en el momento de acudir a las urnas. Conste a quien corresponda que esta vez
los periodistas no estamos haciendo mucha sangre con el filón que se nos ha
servido: existen, como es lógico, muchos testimonios gráficos en los que Rato
se encuentra acompañado por los más relevantes cargos del PP. Y muchas
declaraciones, testimonios...que los medios estamos desdeñando publicar para no
hacer un daño innecesario, colateral, a gentes no directamente involucradas en
las (presuntas) tropelías de Don Rodrigo.
Lejos de mi ánimo el aconsejar a nadie, pero me parece que,
en lugar de seguir con el argumentario de que lo que hizo Rato con su
declaración a Hacienda (y no solo eso) es un 'asunto particular', los máximos
dirigentes del Gobierno y del PP, es decir, empezando por Mariano Rajoy,
deberían facilitar la creación de una comisión de investigación parlamentaria
que llegase, en un plazo máximo de dos meses, a conclusiones definitivas sobre
el alcance de las actividades presuntamente ilícitas del ex vicepresidente
Rato. Así quedará acotado el alcance de tales actividades y los ciudadanos se
quedarán con la sensación de que existe un verdadero afán por poner las cosas
en claro y evitar que estas cosas tan bochornosas se repitan. Porque, hoy, la
impresión existente es la de que alguien, en el Gobierno y en sus aledaños,
sabe mucho más de qué va este 'affaire Rato' que el ciudadano cuyo voto se
pide.
Ya sé, ya sé que esta comisión se gestaría en plena campaña,
con todo lo que ello implica, de bueno y de malo para el PP. Pero lo mismo
ocurrió con las declaraciones de Griñán y Chaves ante el juez. En España, lo
que proliferan son los casos de presunta o real corrupción, por un lado, y las
elecciones de todo tipo, por otro. Así que va resultando difícil distanciar en
el tiempo unas cosas y otras. De manera que siempre estamos en campaña, y no
podemos permitir que esto aplace permanentemente otras cuestiones que tienen
que ver con la buena marcha de los asuntos políticos, judiciales y económicos
del país. Habría, así, que ajustar la máxima del asesor de Clinton, que tan
célebre se hizo, "¡es la economía, estúpido!", transformándola, aquí
y ahora, en "¡es la campaña, estúpido!". Aunque yo más bien forzaría
algo la adaptación y diría algo así como "¡qué campaña más
estúpida!".
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