Fernando Jáuregui | Martes 07 de abril de 2015
¿Que la mayoría de los comentaristas cree que con el simple
enunciado de la mejora de la economía no se van a ganar las elecciones? Pues
que se vayan enterando esos tertulianos, esos columnistas, de que Mariano Rajoy
seguirá hablando de la buena situación económica mientras le-dé-la-real-gana. O
sea, en días como este martes de junta directiva nacional. ¿Que habría que
haber realizado una disección medianamente crítica de lo que le ha ocurrido al
PP en las elecciones de Andalucía? Pues ni mencionar a esa Comunidad. ¿Que
Bárcenas, Gürtel, merecían al menos una mención de pasada, que habría que haber
dicho algo en concreto sobre Ciudadanos, quizá sobre la saga-fuga de Podemos,
una breve alusión a Pedro Sánchez, a reformas en la normativa electoral, a qué
hacer en Cataluña, a la polémica sobre cambios en la Constitución? No se empeñe
usted: los tempos y las formas de Mariano Rajoy van por otro lado.
Supongo que, a estas alturas, habrá adivinado usted, sagaz
lector, que me decepcionó el discurso con el que Rajoy clausuraba el breve
encuentro de la Junta Directiva Nacional del Partido Popular, que es el que
gobierna en España. Un discurso con el que se abría un decisivo curso político.
Salvo error u omisión por mi parte, fue el mismo mensaje autosatisfecho de
siempre, el mismo pasar como sobre ascuas sobre los temas concretos
incandescentes. No hay cambios, ni los habrá; el Gobierno y el partido lo hacen
estupendamente, así que ¿a qué proceder a relevo alguno?¿Cambio?¿Qué cambio, si
el cambio ya se centró en la victoria electoral del PP, allá por noviembre de
2011?
Me parece que el presidente, por quien, lo diré siempre,
siento un gran respeto personal, no siempre correspondido por el aprecio
político, sigue sin entender el mensaje que le envía esa calle con la que él
asegura -pero la realidad es que no-estar en contacto. Sigue sin ver el tsunami
político que ruge en las entrañas, y no tanto en la superficie, de este país
nuestro. Se atrinchera en lo mucho bien hecho -que lo ha habido--, eludiendo lo
que queda por hacer, a base de aseverar que es mucho lo que queda por hacer,
pero sin especificar ni cuantificar. Que es la manera más segura de no hacer
nada.
Decía Pompidou que la pereza es un elemento motor de la
humanidad. Quizá el peor de los elementos motores de la Historia y el progreso,
añado yo. Pues eso: que Rajoy ha vuelto a perder una oportunidad de encandilar
a los españoles, aunque sea por plasma. Sigue en el ayer, cuando es el único
que podría situarse en el mañana con ciertas garantías de éxito.
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