Jorge Rachid | Lunes 02 de marzo de 2015
Hace unos días marcharon los "decentes de la
Patria", los gentiles metropolitanos, que usando de excusa a un muerto,
elevaban su odio de clase hacia el gobierno nacional y popular. Lo hicieron
llamando a un silencio que no pudieron garantizar , ni por respeto al
homenajeado, ni al no poder contener sus expresiones mas maccartistas, racistas
y violentas, producto de las pérdidas de sus privilegios ancestrales, usufructo
del "pertenecer" oligárquico histórico, a los estamentos de poder,
portuario europeísta y de espaldas al país real, su pueblo, su gente, sus necesidades.
Ayer, lejos de esa foto amarga, estalló la alegría de un
pueblo, que se vió contenido, escuchado y sostenido por un proceso político que
logró incluir a los excluídos, movilizar las fuerzas del trabajo, anestesiadas
por la lógica macro económica, que justificó la marginación social y la
destruccción de la industria nacional. Este proceso que logró recuperar la
identidad cultural , la reparación histórica en derechos humanos y memoria ,
verdad y justicia, en un acto que visibilizó lo invisible de nuestra geografía,
lo oculto de nuestra historia, "al otro", aquel que no habla por los
medios, que mide sus palabras, valora los logros y avances en función de su
proyecto de vida prolongando en sus hijos. Ese pueblo, se expresa con fervor y
alegría contagiosa, vive la recuperación de sus derechos como una reparación,
no como una dádiva prebendaria, lo visualiza como propio al eje institucional
que los contiene, desde lo previsional a las paritarias, desde la respuesta a
los niños con la AUH, hasta la protección sanitaria de las vacunas obligatorias
y gratuitas, ejemplo mundial de políticas sanitarias y sociales. Ese pueblo
invadió los territorios metropolitanos, como en otras epopeyas nacionales, que
cambiaron los cursos de las previsibilidades coloniales, diseñadas por los
dueños del país.
Se vió ese sincretismo necesario de los movimientos
nacionales, de nuestra Patria Profunda, Morena, Latinoamericana, desde Jujuy a
la Patagonia convocados por el entusiasmo de defender un proceso político que
devolvió la dignidad al único sujeto histórico, que es el pueblo argentino. Esa
conjunción del criollo, el pueblo originario, los descendientes de inmigrantes
con conciencia nacional, los trabajadores, los desposeídos de siempre, los
humildes y todos aquellos que desde su heroísmo cotidiano, construyen desde sus
espacios, una cultura y un derrotero identitario, de lo mejor de nuestra
Patria. Juntos, los descendientes de las llamadas "ordas" montoneras
federales , que luchaban contra el puerto apropiador, especulador y cipayo, en
los albores de nuestra emancipación nacional, a los descendientes de los
primeros obreros sindicalizados, perseguidos, muertos y avasallados por la
policía brava, al servicio de los poderosos de principios del siglo pasado,
empresarios dominados por el imperio inglés, colonizados culturalmente de
espaldas a su propio pueblo.
Todos marcharon al apoyo de su reivindicación histórica,
como en los mejores momentos de ese peronismo que irrumpió , con la fuerza del
pueblo en la historia nacional y llegó para quedarse, como expresión genuina de
nuestra pertenencia identitaria, hace ya 70 años. Ese pueblo que marchó lo hizo
por su futuro, por sus hijos, por sus proyectos de vida en marcha, por la
movilidad social ascendente que ilusiona, por el trabajo que dignifica, por la
Patria, que la sienten propia, que hoy se levanta soberana , ante los ataques
foráneos que intentan ponerla de rodillas ante las exigencias del imperio.
Un pueblo ajeno a los medios de difusión, propagadores del
desánimo, que no tiene anclaje en su cotidianeidad, que es lejano a los medios
de comunicación irradiando "malas nuevas diarias", lanzadas con ánimo
y planificación destituyente, un pueblo que se vuelca a las calles cuando ve
amenazado su presente, lleno de esperanzas compartidas, mate por medio con el
vecino, el compañero de trabajo, el compinche del boliche del pueblo, la
reunión familiar, debates encendidos de una herramienta como la política, que
volvió a hacerse presente empoderando al pueblo, de un estado que volvió a regir
para defender los intereses de los mas humildes, frente a los poderosos dueños
del capital.
Esos diálogos diarios, no escuchados por los medios,
reflexiones populares profundas no rescatadas por analistas ni politólogos,
pero que estallaron en un grito, cuando las fuerzas desestabilizadoras se
hicieron presentes, ante el supuesto silencio popular. Fue una fiesta sin dudas,
pero también un grito de alerta a quienes creen que pueden diseñar un futuro
sin pueblo, fue una advertencia necesaria del pueblo a los oligarcas
conspiradores, sumisos ante los poderes internacionales y soberbios ante los
pueblos, a los que dicen pertenecer.
Esa fiesta no es contra nadie, es a favor de un destino como
Patria, Grande , Latinoamericana, Profunda, Morena, latente desde hace 200
años, que estamos construyendo entre todos, con un peronismo vivo, ampliando el
movimiento nacional y popular en la Argentina, que el los últimos 12 años no
sólo cobró vitalidad, sino que lo hizo, porque recuperó memoria e identidad, se
plantó frente a una situación internacional, con los intereses nacionales por
delante, sin obsecuencias lamentables de un período no tan lejano, donde la
traición a los valores del pueblo y la Patria, quisieron desmantelar el tejido
social argentino, en una diáspora neoliberal de casi 40 años.
La hemos revertido los peronistas, con la necesaria
autocrítica por un período que nunca hubiésemos querido vivir, desde nuestra
propia tropa en os 90, pero lo hemos superado no sólo con hidalguía, sino con
la convicción de nuestro mejor aporte doctrinario, filosófico y político de
nuestro espacio, que nos legó el General Perón, los mártires y héroes de
nuestra historia, con el aporte histórico de nuestras luchas por recuperar la
democracia plena, de haber siempre ocupado el gobierno por el voto del pueblo argentino.
Hemos nuevamente cambiado los paradigmas de la dependencia, construído aquellos
que apuntalan la identidad, en plena batalla cultural que sin dudas ha
originado gran parte de la contraofensiva de la reacción conservadora,
neoliberal y colonial. Hemos sido capaces de abrir nuevamente un camino de
esperanzas, que el pueblo valoró y defendió cada día, como ayer cuando
marchamos, para hacer oir las voces que están invisibilizadas, enterradas por
los cultores del miedo y el desánimo, que ayer vieron la presencia de un
pueblo, respetuoso pero firme, pacífico pero enérgico, alegre, festivo pero
concentrado en el mensaje de su conducción estratégica que les hablaba a ellos,
la presidenta Cristina
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