Julio Cobos | Miércoles 25 de febrero de 2015
Días atrás, Argentina firmó con China un acuerdo macro que
ya fue aprobado por el Senado y al que solo le falta la aprobación en
Diputados, algo que seguramente sucederá en el día de hoy. Es oportuno analizar
algunas de las características del acuerdo.
En primer lugar, permite la adjudicación directa de obras
que tengan financiación china sin limitar monto alguno, con la condición
subjetiva que 'la adjudicación se realice en condiciones ventajosas de calidad
y precio' (Art. 5). Estas condiciones modifican cualquier criterio de equidad
hasta hoy existente quebrando la ley de obras públicas, dado que según la Constitución
los tratados con otras Naciones aprobados por el Congreso tienen jerarquía
superior a las leyes. Está claro que solo una licitación pública bien
transparente y con adecuada difusión puede llegar a plantear condiciones
ventajosas de precio.
En segundo término, los particulares y empresas chinas
obtendrán un trato equivalente a los argentinos en nuestro país para la
realización de actividades lucrativas (Art.6) permitiendo que las empresas
chinas traigan profesionales, técnicos y obreros chinos, con un manejo muy
diferente a las relaciones laborales que existen en Argentina Además, las
controversias se resolverán por negociaciones directas y el convenio que
conocemos no dice nada sobre el medio ambiente, ni sobre el cumplimiento de las
normas ambientales.
Si bien el acuerdo aún no está vigente, veamos dos ejemplos:
Las Presas sobre el Río Santa Cruz, y las formaciones de Ferrocarriles y subtes
de origen chinos.
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Presas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic En este
caso había una licitación
que se adjudicó en el 2010 a un grupo de
empresas conformado por Eurnekian, Pescarmona (IMPSAúnico
fabricante argentino de turbinas hidráulicas con
sede en Mendoza) y la brasileña Camargo
Correas que brindaba financiación del BNDES (Brasil) y cuyo costo era
aproximadamente u$s 4.000 millones. El gobierno no quiso completar la
contratación, insatisfecho por las condiciones financieras; y llamó nuevamente
a licitación en el 2012. En este proceso dejó de lado la oferta del grupo
Pescarmona, asociado con la principal empresa constructora brasileña,
Odebrecht, indicando que no se presentó una financiación en firme; y adjudicó
al grupo Electroingenieria s.a. - China Gezhouba ltd - Hidrocuyo s. a. por una
suma de unos u$s 4.670 millones a la fecha, de cotización.
Es decir que una asociación entre una empresa Argentina sin
experiencia en Obras Hidroeléctricas con antecedentes discutibles en otras
obras energéticas y una empresa China con cierta experiencia en el rubro
(aunque no es de las más importantes) y un operador hidroeléctrico local, son
los elegidos por un 17% más en dólares que lo que ofertaron en el 2010, grupos
locales y regionales experimentados en el rubro. Se reemplaza con trabajo
argentino de alta tecnología (tal como requiere la fabricación de turbinas
hidráulicas) por la fabricación de turbinas en China. Si además agregamos el
nuevo acuerdo, no dudamos que habrá en la obra muchos ingenieros, técnicos y
operarios chinos en vez de argentinos.
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Ferrocarriles y subtes El ministro Randazzo ha basado su gestión en comprar formaciones nuevas en China por más de u$s 1.200 millones, sin ningún
tipo de licitación. Seguramente la operación más grande que se ha hecho sin
licitación desde el regreso a la democracia. Se
han comprado a más de u$s 1.100.000 cada vagón para el Sarmiento y el Mitre
(409 vagones en total). También se compraron 190 vagones y 24 locomotoras
diesel para el F. San Martin y se entregarán vagones para el FC. Roca y Belgrano
Sur y para las líneas interurbanas Bs.As. - Mar del Plata y Bs. As. - Rosario.
La operación también incluyó accesorios de ayuda al frenado y hasta durmientes
de hormigón importados.
Por otra parte también se pueden ver los vagones chinos del
subte A en la ciudad, comprados por el gobierno nacional en su momento.
Las compras requirieron luego adaptaciones de la red
eléctrica del subte A por diferencias de voltaje; de las líneas Sarmiento y
Mitre por diferencias de potencia; y hasta de modificación de estaciones por
problemas de altura de los vagones como en el San Martín; es decir que los
criterios técnicos que se aplicaron en estas compras directas son al menos muy
discutibles.
Décadas atrás, fabricábamos locomotoras, vagones y
formaciones de subte con tracción eléctrica en nuestro país. Imaginemos si en
vez de estar 8 años sin hacer nada en Ferrocarriles y luego dedicarse a comprar
trenes sin siquiera criterios técnicos adecuados; se hubiese aplicado desde
2003 una política de estado a los Ferrocarriles invirtiendo u$s 1200 millones
en industria nacional ferroviaria. Hoy tendríamos una industria importante
capaz de proveer vagones y locomotoras, no solo para la renovación total de
nuestras líneas sino también podríamos exportar a otros países. En cambio ahora
tenemos unos modernos trenes chinos, que requieren ingenieros y técnicos chinos
para su mantenimiento, sin ninguna transferencia tecnológica y plantas fabriles
y talleres abandonados.
Se anunciaron acuerdos que influirán no tanto ahora pero sí
en los próximos años; construcción de dos centrales nucleares, proyectos
eólicos, aeroespaciales, ferroviarios, hidroeléctricos, etc.; sin consenso con
otras fuerzas políticas. Tampoco sabemos qué cláusulas reales tiene el convenio
que implicó la cesión de 200 ha en Neuquén para una base espacial china.
Al parecer, también habrá una adjudicación directa a
empresarios chinos de la represa Portezuelo del Viento, cuyo proyecto se
concretó durante mi gestión en Mendoza, habiendo firmado un compromiso con el
presidente Néstor Kirchner por el cual la Nación se comprometía a financiarla,
que hasta ahora no se cumplió. ¿También tendremos trabajo chino reemplazando
trabajo argentino? Parecería que el desarrollo de una industria y tecnología
nacional quedó en el olvido; volvimos de golpe cien años atrás, antes que el
Dr. Yrigoyen fuera presidente, exportaremos materias primas y recibiremos
productos industriales y tecnológicos; solo que en vez de depender de Londres,
lo haremos de Pekin.
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