Fabio Quetglas | Lunes 16 de febrero de 2015
Las Ciudades ocupan los titulares de los diarios bajo
supuestos repetitivos: el colapso de algún servicio, tensiones en materia de
seguridad, problemas con algún colectivo particular, la inauguración del alguna
obra postergada o la repitencia de un hecho cultural de impacto. No está mal;
pero hasta que esa agenda, no se reemplace por otra, las Areas Metropolitanas
seguirán un camino errático, con resultados mejorables. Existen cuestiones
cuyas manifestaciones urbanas deben ser asumidas urgente: la exclusión, la
gobernabilidad, la competitividad económica y la sostenibilidad, la equidad
fiscal, los servicios públicos y el acceso a los mismos, y la seguridad.
La evolución de nuestras grandes ciudades depende de estas
cuestiones; evitar su tratamiento no es recomendable.
1.- El principal problema de nuestras ciudades es la
exclusión, no importa que los gobernantes lo omitan. Hemos construido una
sociedad crecientemente dual. Además del diferencial de ingresos y de acceso,
un conjunto nada despreciable de la población no se siente parte de la trama
cultural y social, y no referencia al Estado como organización responsable del
resguardo de sus derechos ni como el garante de una convivencia razonable.
2.- Las Ciudades no son ociosas, pero las actividades económicas
en la misma, enfrentan problemas crecientes. En la economía del conocimiento la
competitividad de las ciudades no se fundamenta en su ubicación, ni en su
escala; sino en poder ser el ámbito adecuado y sostenible de procesos de
agregación de valor, recursos humanos de calidad y por lo tanto de un hábitat
estimulante a nivel masivo. Sin una agenda verde desplegada en todo los
entornos urbanos y con indicadores educativos que señalan que el 50 % de los
jóvenes que ingresan a la escuela media no pueden concluirla, las cosas podrán
maquillarse, pero a la larga se sentirá el peso de esa carencia.
3.- Enfrentar una agenda de transformación urbana, requiere
un estado profesional, pero también recursos suficientes para las iniciativas
claves y para movilizar el capital privado en aquellas de beneficio social que
generen utilidades. Nuestro esquema fiscal actual es prácticamente neutro.
Debemos construir una progresividad urbana que permita la recalificación de
barrios, la mejora de los servicios públicos y facilite aspectos esenciales de
la vida colectiva como el acceso masivo al hábitat de calidad. Municipalidades
con recursos escasos están fragmentando nuestras ciudades, con respuestas
diversificadas y estigmatizantes. Por supuesto que los aspectos estéticos o el
marketing de las Ciudades son relevantes, como sentirse parte y disfrutar de
las mismas; pero en ningún caso deben opacar una agenda de derechos y una
perspectiva funcional que o bien se enfrenta desde la política o se nos hará
presente por crisis que no podremos eludir.
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