Fabián Rodríguez | Lunes 09 de febrero de 2015
Los ataques de la prensa opositora a Máximo Kirchner
coinciden con su irrupción política como líder de masas. Una respuesta monódica
de quienes no tienen argumentos para enfrentar la continuidad de un proyecto
político al que no pueden vencer en el campo de las hechos ni de las ideas.
La aparición pública de Máximo Kirchner en el multitudinario
acto realizado por la agrupación La Cámpora en septiembre del año pasado
confirmó que se trata de un líder preparado para conducir un proyecto político
de alcance nacional, independientemente de quien se encuentre en el gobierno.
Ese acontecimiento, que disparó un sinfín de especulaciones
respecto del futuro político del hijo de Néstor y Cristina Kirchner, tuvo
también como consecuencia inmediata un giro grotesco en el tratamiento que los
medios de comunicación opositores dieron a Máximo, quien de un día para el otro
pasó de ser un adolescente tardío, abúlico y con poca contracción al trabajo, a
jefe de una banda de lavadores de dinero.
Tonto o ladrón, nunca el dirigente de una organización
política con varias decenas de miles de militantes, en su inmensa mayoría
jóvenes o muy jóvenes, que desde hace por lo menos un lustro son parte central
de la dinámica política de un país.
En los últimos seis meses, recurriendo a uno de los arietes
judiciales que más han utilizado los sectores de poder concentrado en los
últimos veinte años, el juez federal Claudio Bonadio, el número de aprietes
mediáticos que recibió Máximo Kirchner por parte de la prensa hegemónica no
cesó en ningún momento.
A pesar de no contar con una sola prueba que pueda ser
tomada en serio, desde el planeta Clarín, su satélite La Nación y el blog
Infobae, entre otros, han venido insinuando una y otra vez que Máximo Kirchner
"podría" ser citado a declarar por "la causa Hotesur", que
no es otra cosa que la presentación de un balance fuera de fecha, algo que no
constituye delito alguno.
Esta serie de operaciones tiene el inicio de su fase dos con
una nota que publica hoy Clarín con el título "Los K ya ponen en duda la
candidatura de Máximo", cuando en realidad quien la pone en duda es el
propio diario, que no cita una sola fuente de carne y hueso en todo el texto.
No es para menos: hace un año, el diagnóstico político que
estos sectores habían definido consistía en denominar al proceso de salida del
kirchnerismo del gobierno como "fin de ciclo", que consistía a
grandes rasgos en una crisis económica que derivaría en el desprestigio de sus
dirigentes, el asedio judicial y la posterior derrota electoral a manos de
algún candidato opositor.
Nada de esto sucedió. En términos generales, el gobierno
consiguió controlar las variables económicas con resultados positivos; el
consumo y las ventas han crecido en los últimos tres meses; la política de
divisas se impuso a decenas de corridas cambiarias, y los intentos de
desestabilización que auguraban crisis energética, caos y violencia,
fracasaron.
Si bien es inevitable que haya un "fin de
gobierno", aquello de "fin de ciclo" todavía está en veremos, y
es por eso que algunos parecen dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de que
esta historia no tenga continuadores.
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