Ernesto Sanz | Lunes 19 de enero de 2015
El país está consternado por un suceso horrendo, que nos
conmociona y lesiona, de modo grave, a la República y a la democracia. La
muerte del fiscal Alberto Nisman es uno de los mayores golpes que recibió la
democracia contemporánea.
Este hecho nos confirma cuánto retrocedimos en términos de
calidad democrática, funcionamiento de la República, y de eficacia del Estado
en cuestiones de inteligencia y seguridad.
El Estado argentino debe darle señales urgentes y
contundentes a su pueblo. Y el pueblo, debe exigirle respuestas a un Estado que
volvió a fallar.
Es inaceptable que vuelvan a haber muertos por cuestiones
políticas.
Es una horrible señal que un fiscal muera menos de 100 horas
después de denunciar a la presidenta. El año pasado el Gobierno instrumentó
cuanta artimaña pudo para destituir a Campagnoli, un fiscal que lo ponía en
aprietos, y en momentos en que la Procuradora General ejecuta una caza de
brujas en las fiscalías.
Hoy hay tres prioridades: el esclarecimiento del atentado a
la AMIA y el castigo a sus culpables. Debemos saber, también, quiénes son los
responsables de que durante tanto tiempo no hubo avances y sí trabas y
ocultamientos. Finalmente, queremos saber por qué murió Nisman.
Si esta muerte no se resuelve, si la investigación que
llevaba Nisman queda en la nada, la democracia quedará tambaleando.
Este momento nos exige prudencia, y vamos a ser muy prudentes.
Pero también nos exige reforzar nuestra defensa de la República, de la
democracia, de la vida, y de las garantías que hacen al funcionamiento de la
Justicia y la libertad. En esto vamos a continuar dedicando todo nuestro
esfuerzo, y cada una de nuestras horas.
Reclamamos, también, que de modo urgente la inteligencia del
Estado sea re organizada, y utilizada, para la defensa del país, de la libertad
y de las instituciones de la democracia.
El pueblo argentino tiene derecho a conocer la verdad de
todo lo que se refiere a este terrible acontecimiento y a las denuncias que
había hecho el fiscal Nisman. Exigimos al Gobierno la máxima transparencia en
la información y apoyamos la acción de la Justicia para un completo
esclarecimiento de los hechos.
El Estado argentino debe proteger las pruebas y al equipo de
Nisman. Ellos deben continuar con su trabajo y todos debemos garantizar que no
estén ni intimidados ni amenazados para cumplir con su deber.
La democracia argentina está intoxicada de impunidad. Este gobierno
dio todos los pasos para tener una justicia adicta. La muerte de Nisman es un
durísimo golpe a la justicia independiente y a las garantías constitucionales,
y trae todavía mayores sospechas sobre nuestro Estado. El único modo de
recuperar la democracia es que haya justicia.
Ernesto Sanz
Presidente
Comité Nacional
Unión Cívica Radical
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