Rodolfo Terragno | Viernes 26 de diciembre de 2014
Hace cuatro años, Sanz, Cobos, Binner, Macri, firmaron un
acuerdo programático que ahora debe ser ampliado
La agenda: "Qué" y "cómo" bajar la
Inflación, superar la inseguridad, atraer inversiones, liquidar la pobreza y
tener a los corruptos entre rejas.
Lo firmó Ernesto Sanz.
Lo firmó Julio Cobos.
Lo firmó Mauricio Macri.
Lo firmó Hermes Binner.
Lo firmó Oscar Awad
Lo firmó Margarita Stolbizer.
"Cualesquiera sean las posiciones que nos toque ocupar
en el futuro, fuere el gobierno como en la oposición", dice el texto,
"asumimos los siguientes compromisos", que a continuación se
desarrollan.
El miércoles próximo el Compromiso de Políticas Públicas
(CPP), que no tiene fecha límite, cumplirá cuatro años; y obliga, sobre todo, a
quienes entonces firmaron y hoy son
candidatis,
Sin embargo, es necesario ampliarlo, atrayendo más firmantes
y definiendo nuevas prioridades.
Esto no tiene nada que ver con las alianzas
electorales. Los firmantes podrán
competir entre sí, pero deben respetar el compromiso:
Gobernabilidad. "El Poder Ejecutivo y la fuerza
mayoritaria del Congreso, pertenezcan o no al mismo partido, aceptarán que los
derechos de las mayorías no son absolutos, y que es deber de sus representantes
promover el diálogo. La oposición, por su parte, se abstendrá de acciones que
obstruyan ilegítimamente la acción de gobierno y provoquen alteraciones
políticas o sociales".
Estado de derecho. "Se respetarán de manera rigurosa la
división de poderes, la independencia de la justicia y los principios y
garantías fundamentales que consagra la Constitución Nacional".
Seguridad jurídica. "Quien contrate con el Estado, o
realice inversiones autorizadas por éste, tendrá garantizado que esos actos
jurídicos no serán alterados mediante actos administrativos o leyes de efecto
retroactivo".
Transparencia. "La garantía de seguridad jurídica no
implicará cohonestar contratos u otros actos jurídicos que pudieren estar
viciados de ilegalidad u obedecer a hechos de corrupción administrativa. Tales
actos serán sometidos a la revisión del Poder Judicial".
Políticas públicas. "Cada uno de los firmantes, o sus
respectivos partidos, constituirán equipos técnicos a fin de identificar
condiciones sine qua non del desarrollo económico social. Sobre esa base, se
procurarán compromisos mínimos que protejan, tanto de la competencia electoral
como de la legislativa, los siguientes tópicos:"
- Lucha
contra la corrupción.
- Seguridad
ciudadana.
- Educación
masiva de calidad.
- Desarrollo
productivo.
- Federalismo
económico.
- Aumento del
poder adquisitivo del salario.
- Erradicación
de la pobreza.
Las distintas fuerzas políticas representan a diferentes
sectores sociales o regiones del país, y tienen en muchos aspectos ideas
diferentes y hasta opuestas.
No se trata, por lo tanto, de una fusión ideológica, sino de
buscar, en temas que hacen al bien común, un mínimo denominador común.
La democracia no puede ser un juego de suma cero.
Desde la firma del compromiso se han producido en el país
retrocesos en distintas aáreas. La ampliación del compromiso vigente exige
acuerdos mínimos para:
Reducir aceleradamente la inflación
Resolver el problema de la inseguridad.
Detener el avance del narcontrático.
Aplicar sanciones ejemplares a los corruptos.
El CPP surgió como un acuerdo básico entre fuerzas que
aspiran a imprimirle al país, en 2015, un cambio de rumbo. Podría decirse que
es la base para un acuerdo interpartidario previo a las elecciones. Una
plataforma mínima común de todos los candidatos de oposición, que no anulará
las diferencias que puedan tener en muchos otros aspectos.
Claro que la tarea no es coincidir en el "qué" y
desentenderse en el "cómo".
Un acuerdo serio requiere discutir la eventual
implementación. Hay que hacerlo sobre una mesa y en base de papeles de trabajo,
sin discursos y con la participación de especialistas en los puntos a discutir.
La ampliación a otros candidatos y otras fuerzas políticas
de oposición requiere, también, que se eviten los ideologismos.
Las ideologías existen.
El derecho a la propiedad puede ser defendido a ultranza o
sujeto a la utilidad social.
O negado.
La democracia puede ser vista como el derecho irrestrico de
la mayoría o como un sistema de instituciones y contrapesos. O desechada a
favor de una idea revolucionaria.
Pero aun con grandes discrepancias ideológicas es posible
identificar coincidencias en temas específicos.
Mucho más cuando las diferencias no son extremas. En este
caso, sólo el ideologismo puede conspirar contra un acuerdo amplio.
El ideologismo no tiene nada que ver con la confrontación
entre ideologías fuertes e incompatibles.
Consiste en una intransigencia que se fundada en cuestones
menores, prejuicios, hechos históricos o actitudes emocionales.
Los grandes partidos, que ejercen una representación social
extendida a varios sectores y son consecientes de las limitaciones que tiene el
poder, no pueden ser dominados por el ideologismo.
La mayoría de los firmantes del CPP se considera
progresista. Y un país con grandes desigualdades sociales como la Argentina
necesita que haya fuerzas que ejerzan el progresismo racional y busquen asociar
esfuerzos.
La diferencia entre "progresismo" y
"liberalismo" se centra en el distinto valor que, una y otra
corriente, asignan a la distribución de riqueza.
El progresismo quiere repartir con equidad. Advierte que las
prerrogativas de clase degradan a la sociedad, turbando la vida de todos; aun
la del rico.
El liberalismo cree que la igualdad desalienta los esfuerzos
y la innovación. Afirma que el reparto proporcional de la abundancia es, para
el pobre, más beneficioso que el reparto equitativo de la escasez.
Hay argumentos de uno y otro lado, pero existen experiencias
mundiales de conciliación de criterios. No hay por qué optar entre
productividad y justicia. Con una ejemplar distribución del ingreso, Noruega y
Dinamarca se ubicaron entre los cinco países más desarrollados del mundo.
El fundamentalismo liberal se convierte en un credo
antidemocrático que, promoviendo la desigualdad social, hace que las sociedades
resulten ingobernables salvo por regímenes que coarten las libertades.
Un progresismo frívolo, a la vez, se agota en íconos y
frases. Tiene en claro aquello con lo que disiente, pero no tiene definido qué
querría y, menos aun como lograrlo. A menudo, lucha contra los molinos de
viento.
Una sociedad progresista debe ser más digna que la actual.
No puede ser deficitaria, inflacionaria, anómica e insegura.
Nadie quiere vivir en medio de flagelos.
El verdadero progresismo es el que distribuye la riqueza de
modo más justo.
El que logra esa distribución equitativa sin desalentar la
inversión.
El que sabe administrar los dineros públicos.
El que se enfrenta a la corrupción.
El que honra la división de poderes.
El que sabe cómo garantizar la seguridad ciudadana, sin
recurrir a la "mano dura" y el "gatillo fácil".
El que defiende el interés nacional sin alharacas.
Estos valores deben ser el sustento de un acuerdo que
ensanche el CPP , todavía vigente.
Las disidencias
tendrán que dirimirlas los candidatos en las elecciones, pero el acuerdo
implica dejar fuera de la lucha electoral aquellos puntos en los que se ha acordado.
Eso aumentará la posibilidad de provocar el cambio (que sólo
es posible teniendo el poder), pero hacerlo sobre una base sólida.
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