Manuel Suárez Suárez | Viernes 19 de diciembre de 2014
Muy
querida nieta Cristina:
Vas a tener que disculparme,
vuelvo a romperte el mate con la intervención judicial del Centro Gallego de
Buenos Aires. A ti puedo confiarte mis temores sin que me consideres un viejito
llorón. Estamos en familia y por eso es que insisto en la necesidad de que no
se apague nuestro fogón de Belgrano y Pasco. Acá arriba llevamos todo el año
con reuniones orientadas a la búsqueda de una solución que evite el cierre y
desaparición de la entidad gallega más importante de la Argentina. Además, vos
bien lo sabés, es la más rica del mundo en patrimonio histórico-artístico.
Solamente con las obras plásticas de nuestro genial Alfonso Rodríguez Castelao,
sumamos varios millones de pesos.
Somos los abuelos emigrantes que
laburamos de albañiles en las obras del Centro Gallego. Nuestro esfuerzo fue
constante durante un siglo, así que estamos más que autorizados para animar o
criticar. No queremos caer en el fatalismo de la resignación. Es evidente que
nuestros herederos fracasaron al no poder mantener el suministro de leña para
que el fuego cultural y sanitario llegase con su justa temperatura a cada uno
de los miles de asociados. Nos duele observar que una gran mayoría de nuestros
descendientes se quedaron atados al pasado. Hay excepciones muy meritorias,
como en el caso de la nieta lalinense de la parroquia de San Miguel de Goiás
que vos conocés de cuando te visitó en la Casa Rosada. Puede que la vista
engañe pero no el corazón. Es muy triste el soportar una serie de actitudes
negativas que solamente sirven para echar más lastre al irremediable hundiendo
del Centro Gallego.
Queremos ser lo más objetivos
posible aunque es difícil pintar de blanco cuando lo que se impone es un negro
color de muerte. Se visualizan dos posiciones enfrentadas entre los miembros de
las "Agrupaciones Pro Centro Gallego" que son los representantes de los socios
y por lo tanto los legítimos encargados para sacar del barro a la institución,
según disposición estatutaria. Las "Agrupaciones" no fueron capaces de
consensuar un programa o propuesta común para salir de la crisis. No se unieron
en una voz. Se instalaron en la crítica, en la división y en la divagación. Al
tener dentro de sus filas a miembros con intereses contrapuestos no pudieron
presentar una razonada y razonable propuesta de salvamento completo de la nave
o de parte de ella.
Las dos corrientes de opinión
son: a) opta por defender el modelo vigente de mutualismo; b) elige la
privatización como salida al problema. Entenderás, Cristina, que las posturas
se aferran a una fantasía de cloroformo para no enfrentarse a la realidad de
que el sistema mutualista de asistencia sanitaria está en la UCI. Visto así,
unos son más nobles y los otros menos. Unos quieren seguir como hasta ahora y
otros quieren que una empresa privada ofrezca los servicios. A nosotros, viejos
gallegos, nos encantaría volver a tener una entidad fuerte como en el siglo
pasado pero las vueltas de la vida lo hacen imposible. Hay algo que nos llama
la atención y que une a las "Agrupaciones" por encima de todo. Es curioso que
no tengan la valentía de agradecerte que hayas autorizado por decreto
administrativo una serie de partidas presupuestarias de fondos del INAES para
mantener activo el Centro Gallego.
A nosotros nos parece que
nuestros descendientes están equivocados. Al hacerse los otarios demuestran
tener muy poca calidad humana. Quedan en evidencia al no reconocer que es una
nieta de Galicia la que evitó el cierre del Centro Gallego. Es una pena que se
les haya nublado el entendimiento. Opinamos que el cambalache político que cada
uno tenga en su bocho no debería nunca de influir en el análisis de las
acciones ejecutivas de una mandataria que no anda en busca de ningún voto
perdido.
Sin más --tendrás asuntos más
importantes que atender--- me despido no sin antes comentarte que el próximo 28 de febrero se cumplen 65 años de
la visita del presidente Juan Domingo Perón al Centro Gallego. Te lo recuerdo
porque al firmar en el "Libro de Oro" quedarás unida a un espacio de
solidaridad que fundaron, hace más de 100 años, un grupo de muy orgullosos
hijos de Rosalía de Castro.
Recibí un abrazo cariñoso del
abuelo fonsagradino que cada día que pasa se siente más feliz por haber
desembarcado en la acogedora orilla del Río de la Plata.
Pascasio Fernández Gómez
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